Ansiedad, como controlar tu sufrimiento
La ansiedad forma parte de la condición humana y sirve para afrontar situaciones de peligro o riesgo. Sin embargo, cuando es demasiado intensa, se convierte en una fuente de sufrimiento que es necesario controlar.

Síntomas de la ansiedad: cómo saber si la tienes

Mujer con síntomas de ansiedad

El desasosiego y el nerviosismo son síntomas típicos de ansiedad.

Por: Esther Martín

Estudiante de medicina de la Universidad de Alcalá de Henares

Por: Dr. Pablo Rivas

Especialista en medicina interna

Actualizado: 28 de junio de 2022

La característica esencial de la ansiedad es un sentimiento de desazón y desasosiego generalizados y persistentes, que no están referidos a ninguna circunstancia ambiental en particular. Lo más habitual en este trastorno es que el paciente se queje de estar permanentemente nervioso, así como de sentir otros síntomas típicos de la ansiedad como:

  • Temblores
  • Tensión muscular
  • Exceso de sudoración
  • Respiración acelerada
  • Sensación de que acecha un peligro inminente
  • Mareos y vértigos
  • Taquicardia
  • Molestias epigástricas
  • Dificultades para concentrarse por culpa de su alto grado de preocupación
  • Alteraciones del sueño y problemas para dormir

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Las personas con ansiedad con frecuencia manifiestan el temor a que ellos mismos, o sus seres queridos, puedan contraer una enfermedad –como ocurre estos días con la pandemia de coronavirus– o sufrir un accidente, entre diversas obsesiones y presentimientos de carácter negativo.

La ansiedad es un trastorno más frecuente en mujeres y está a menudo relacionado con el estrés ambiental de su vida cotidiana. Tiene un curso variable, dependiendo de las características de la persona afectada, pero tiende a ser fluctuante y crónico.

Para que el trastorno de ansiedad sea diagnosticado como tal, el paciente debe presentar síntomas de ansiedad casi todos los días durante varias semanas seguidas. Los signos de ansiedad más indicativos son:

  • Aprensión (excesiva preocupación sobre posibles desgracias futuras, sentirse “al límite” de sus fuerzas, dificultad de concentración, etcétera).
  • Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de tensión, temblores, incapacidad de relajarse).
  • Hiperactividad vegetativa (mareos, sudoración, taquicardias o taquipnea, molestias epigástricas, vértigo, sequedad de boca…).
  • Los niños suelen manifestar una necesidad constante de seguridad y atención, y quejarse reiteradamente.

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