Qué es el botulismo
Por: David Saceda Corralo
Médico Interno Residente, especialista en Dermatología Medicoquirúrgica y Veneorología
Actualizado: 26 de julio de 2023
El botulismo es una enfermedad grave aunque poco frecuente en la que nuestro organismo se altera por una toxina producida por una bacteria llamada Clostridium botulinum, un microorganismo que se encuentra en cualquier lugar del mundo, en forma de espora en la tierra, el suelo, el agua no tratada, etcétera. A veces también puede venir causada por Clostridium butyricum y Clostridium baratii. Esta toxina que ataca los nervios del cuerpo puede provocar dificultad para respirar, parálisis muscular y en algunos casos incluso la muerte. Se trata pues de una emergencia médica.
Existen tres formas clínicas de botulismo: la forma clásica o botulismo transmitido por alimentos, el botulismo intestinal o infantil (causado por la colonización intestinal del aparatodigestivo (que se da más normalmente en los lactantes) y el botulismo por heridas. Podría hablarse de una cuarta forma de botulismo por toxemia intestinal en adultos es una forma aún más rara de colonización intestinal y producción de toxinas en adultos.
Los síntomas del botulismo pueden aparecer de manera aguda tras pasar un período de incubación de unas 12 a 36 horas, aunque en ocasiones puede llegar a durar de varios días a una semana después de haber ingerido el alimento en mal estado. Por lo general, cuanto más corto es el periodo de incubación más grave es la enfermedad y mayor el índice de letalidad.
Los signos de botulismo normalmente empiezan a notarse por una debilidad en los músculos que controlan los ojos, la cara, la boca y la garganta, y que puede llegar a extenderse al cuello, los brazos, el tronco y las piernas, y que también puede debilitar los músculos respiratorios. La manifestación de esta intoxicación se caracteriza por una neuropatía bilateral asociada a una parálisis o debilidad simétrica descendente flácida producida por la acciónde la neurotoxina botulínica.
Cómo se transmite el botulismo
La principal vía de contagio del botulismo es a través de la ingesta de esporas que contaminan alimentos en conserva que han sido mal envasados, o fermentados indebidamente, por eso muchas veces se trata a esta enfermedad como si fuese una verdadera intoxicación alimentaria. Es el caso del brote de botulismo por el consumo de tortillas de patatas envasadas contaminadas aparecido en España en julio de 2023.
Otras vías de transmisión del botulismo humano pueden ser sufrir una infección intestinal con C. botulinum en los lactantes, heridas infectadas e inhalación.
Cuando la espora encuentra las condiciones óptimas para reproducirse comienza a sintetizar la toxina botulínica, que podemos ingerir, y que pasa posteriormente a la sangre, por donde llega al sistema nervioso. Cuando alcanza las neuronas las inutiliza, afectando especialmente a las neuronas activadoras que se encargan de la contracción de los músculos, y dando lugar a flacidez progresiva y debilidad. Sucede lo mismo en el sistema nervioso vegetativo parasimpático, por lo que aparecen náuseas, vómitos, sequedad de boca, y otros síntomas que ayudan al diagnóstico precoz del botulismo.
Botulismo asociado a tratamientos para la obesidad
A principios de marzo de 2023 se produjo una alerta sanitaria por varios casos graves de botulismo detectados en Turquía; en concreto, se trataba de pacientes que se habían sometido a una intervención de cirugía bariátrica para el tratamiento de la obesidad, que consiste en la administracion de toxina botulínica serotipo A, mediante inyecciones intragástricas múltiples, según han explicado expertos de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), que señalan que la causa de las complicaciones que han presentado puede deberse a mala praxis asociada a una toxina botulínica de mala calidad, a las dosis totales administradas y a la localización y profundidad de las inyecciones administradas.
Estas personas han sufrido lo que se denomina botulismo iatrogénico que se produce como un efecto secundario adverso, con síntomas más o menos graves (dolor de cabeza, debilidad muscular o parálisis facial), tras recibir la toxina botulínica como tratamiento médico. El centro para la prevención y el control de las enfermedades en Europa (ECDC) ha recomendado en este caso que cualquier paciente que haya viajado a este país para someterse a una intervención de este tipo se ponga en contacto con un profesional médico, especialmente si experimenta síntomas como debilidad muscular y dificultades para tragar o respirar.
Epidemiología del botulismo
Se tiene conocimiento del botulismo desde la antigüedad, cuando se atribuía a una venganza de los dioses hacia una familia (ya que la intoxicación alimentaria ocurría en brotes en las familias). No fue hasta 1820 cuando se describió como una enfermedad concreta, gracias a Justinus Kerner. Más tarde se relacionó con un germen y se identificó la toxina. Durante el siglo XX se identificaron hasta una decena de subtipos de toxina y se desarrollaron antídotos eficaces.
El botulismo en una enfermedad de declaración obligatoria en España, según se recoge en el Real Decreto 2210/1995, de 28 de diciembre, por el que se crea la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Desde el año 2015 al 2022 inclusive, se han notificado en nuestro país un total de 88 casos de botulismo (una media anual de 11 casos).
El botulismo puede contraerse en cualquier lugar del mundo; sin embargo, su frecuencia varía mucho según el nivel de higiene de cada región. En los países menos desarrollados hay zonas donde los casos de botulismo se disparan hasta 15 por cada 100.000 habitantes al año, especialmente en regiones de Rusia, Europa del Este, Latinoamérica y la India. Las campañas de higienización de los alimentos son esenciales para evitarlo. En los países más desarrollados la mayoría de los casos se dan en recién nacidos y bebés.
Una persona que contraiga el botulismo está en peligro de muerte, aunque esta enfermedad tiene una mortalidad muy baja en los países con un buen sistema sanitario, en los que solo mueren los pacientes en los que se retrasa el diagnóstico. En los países en vías de desarrollo, se alcanza cifras muy altas de mortalidad, y casi la mitad de los afectados acaban falleciendo. La enfermedad es todavía más grave cuando se infectan los recién nacidos; en este caso la mortalidad es del 5% en los países desarrolladas, mientras que en los países más pobres puede suponer una muerte segura.
Creado: 21 de noviembre de 2013