Cáncer de esófago
Aunque su incidencia no es muy alta, el de esófago es uno de los cánceres más graves, ya que suele diagnosticarse en fases avanzadas, lo que complica su tratamiento. Conoce las distintas formas de abordarlo.

Qué es el cáncer de esófago

Por: Dr. Juan José Tafalla García

Oncólogo médico, Hospital Sanitas La Zarzuela de Madrid

Actualizado: 25 de abril de 2024

El cáncer de esófago es el sexo tumor más frecuente del aparato digestivo en España y el octavo más diagnosticado a nivel mundial,  según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Se trata de un problema sanitario de primera índole, ya que a pesar de su baja incidencia tiene una gran mortalidad (cercana al 90% de todos los pacientes). Esto se debe a que más de la mitad de los pacientes se diagnostican en fases localmente avanzadas o metastásicas (es decir, irresecables). En España fallecieron por su causa 1.847 personas en 2022, según revela el informe 'Las cifras del cáncer en España en 2024'.

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Cómo es el esófago

El esófago es un tubo relativamente recto que comunica la faringe con el estómago. En los seres humanos mide unos 25 cm y su estructura muestra las capas típicas del tubo digestivo, que son (de dentro a fuera): mucosa, submucosa, muscular y serosa (o adventicia).

La mucosa está formada por un epitelio estratificado plano, normalmente no queratinizado (sin queratina, como la epidermis), mientras que la submucosa es tejido conectivo denso con una gran cantidad de fibras elásticas que permiten su dilatación cuando pasa el bolo alimenticio. La luz (el interior) del esófago está formada por numerosos pliegues longitudinales de la mucosa y submucosa. Externamente tenemos la capa adventicia, que está formada por tejido conjuntivo laxo y se encarga de fijar el esófago al resto del cuerpo.

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Tipos de cáncer de esófago e incidencia

El 90% de los cáncer de esófago son de histología escamosa (normalmente localizados en el tercio superior y medio) o adenocarcinomas (en el tercio inferior), el 10% restante son de otros tipos como mixtos (adenoescamosos), sarcomas, microcíticos, etcétera.

Su incidencia por razas y países es muy variable. Hasta los años 60 del pasado siglo, el 90% de los tumores esofágicos eran escamosos y los adenocarcinomas eran tan poco frecuentes que hasta se dudaba de su existencia. Desde entonces la incidencia de adenocarcinoma de esófago (unión gastroesofágica y cardias) ha ido aumentando en países occidentales.

Mientras que la incidencia de escamosos no ha variado o está reduciéndose por la disminución de las causas que lo producen (alcohol y tabaco), los adenocarcinomas se han incrementado en el mundo occidental probablemente en proporción al aumento del reflujo gastroesofágico (asociado a la obesidad) y posterior desarrollo de esófago de Barrett (cambio o sustitución –mataplasia– de las células que normalmente recubren la porción final del esófago por otras más resistentes a la acidez del estómago).

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Cáncer de esófago, dificultad para tragar

En España, se diagnosticarán 2.249 casos en 2022 según el último informe Las cifras del cáncer en España.

Pacientes con síntomas recurrentes de reflujo tienen un riesgo de desarrollar adenocarcinoma de esófago siete veces mayor y hasta 40 veces si los síntomas además de prolongados son severos. A diferencia de escamoso, el adenocarcinoma no está relacionado con el consumo de alcohol (aunque si con el hábito tabáquico).

Otros factores de riesgo del cáncer de esófago

Ciertos factores socioeconómicos también pueden influir en la aparición de un cáncer de esófago, ya que se ha visto un aumento de su incidencia en dietas pobres en frutas y verduras en regiones económicamente deprimidas.

El hábito de tomar bebidas muy calientes ( o café) en regiones como Oriente medio y China también se ha visto relacionado con una mayor incidencia de cáncer de esófago, así como ingerir comidas ricas en nitroso (ciertos vegetales en vinagre) y otros alimentos (productores de hongos), o algunos frutos secos preparados en esas áreas endémicas.

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El abuso en la ingesta de carnes rojas, bajos niveles de selenio, cinc o ácido fólico en la dieta, historia de acalasia esofágica (trastorno de la motilidad esofágica que deriva en una dilatación del mismo o megaesófago), cicatrices cáusticas (por ingesta de lejía, ácidos, etcétera), antecedentes de gastrectomía, gastritis atrófica… son otros factores de riesgo para la aparición de cáncer de esófago.

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