El cáncer de páncreas es una de las neoplasias con peor pronóstico, ya que más del 90% de los pacientes fallecen. Sin embargo, es uno de los tumores en los que más se está avanzando para establecer un tratamiento paliativo.
El 95% de los tumores del páncreas se originan en su porción exocrina. Los tumores exocrinos de páncreas son tumores malignos con muy mal pronóstico. La supervivencia a los cinco años es menor del 5%, sobre todo porque la gran mayoría ya tienen la enfermedad diseminada en el momento del diagnóstico.
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Sin embargo, es uno de los tumores en los que más se está avanzando para establecer un tratamiento paliativo que alargue la supervivencia de los enfermos.
En España, la incidencia de este tipo de cáncer se sitúa en 8 de cada 100.000 habitantes al año. A nivel mundial representa la cuarta causa de muerte por cáncer en varones y la quinta en mujeres.
Aunque puede aparecer a cualquier edad, lo más frecuente es que se manifieste en mayores de 60 años. Afecta más a los varones.
Factores de riesgo de los tumores exocrinos de páncreas
Estas son las causas más comunes que pueden predisponer a padecer un cáncer exocrino de páncreas:
Tabaco: las personas que fuman tienen entre dos y tres veces más posibilidades de desarrollar este tipo de cáncer. Se estima que el 30% de los casos de cáncer de páncreas se relacionan con el tabaco.
Llevar una dieta rica en grasas y proteínas, especialmente animales. Por el contrario, la incidencia de cáncer de páncreas es menor en personas que consumen una dieta rica en verduras y fruta fresca. Las verduras y frutas ricas en folato y licopenos (pigmento vegetal de la familia de los carotenoides que da el color a los tomates y otras verduras y frutas) pueden ser especialmente buenos reduciendo el riesgo de cáncer de páncreas.
La pancreatitis crónica, especialmente la causada por el consumo excesivo de alcohol.
Padecer pancreatitis de causa hereditaria. Este es un trastorno genético que se caracteriza por alteraciones en las enzimas que produce el páncreas, que provocan inflamación crónica del órgano, lo que puede facilitar la aparición de cáncer.
La diabetes de larga evolución es un riesgo moderado. Algunos estudios indican que en los pacientes con diabetes de al menos cinco años de evolución el riesgo de desarrollar un cáncer de páncreas se multiplica por dos.
La raza negra también se ha asociado a un mayor riesgo de cáncer de páncreas.
La edad: a mayor edad, mayores posibilidades de desarrollar un cáncer de páncreas. Salvo las pancreatitis de origen hereditario o las debidas a una pancreatitis crónica, el cáncer de páncreas casi siempre se diagnostica en mayores de 60 años.
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Síntomas de los tumores exocrinos de páncreas
Los tumores de cabeza de páncreas (el 70%) invaden el duodeno; y los de cuerpo y cola de páncreas (el 20% y el 10% respectivamente) afectan al hígado, bazo, peritoneo y glándula suprarrenal izquierda.
En los tumores exocrinos de páncreas los síntomas son bastante inespecíficos. Por lo general, los tumores de la cabeza del páncreas se presentan con dolor abdominal, ictericia y pérdida de peso sin causa justificada; mientras que en los de cuerpo y cola predomina el dolor. Veremos ahora cada síntoma con más detalle:
Dolor abdominal: suele ser constante. Se localiza en la zona superior del abdomen y se irradia a ambos lados y hacia la espalda, a modo de cinturón. Predomina por la noche, impidiendo dormir al paciente. Empeora después de las comidas, y se alivia al flexionar el cuerpo hacia delante.
Ictericia: se denomina de este modo a la coloración amarillenta de piel y mucosas producida por un aumento de la bilirrubina en sangre, y se debe a la obstrucción de la vía biliar por parte del propio tumor. Frecuentemente es el síntoma inicial de un cáncer de la cabeza del páncreas. A veces, antes de advertir la coloración amarillenta de la piel y las mucosas, se nota una orina más oscura, debida a la bilirrubina, y las heces más blanquecinas. El aumento de bilirrubina en la sangre produce picor generalizado del cuerpo, por lo que se pueden observar lesiones de rascado al examinar al paciente. Muchas veces el picor es el síntoma más molesto para el paciente.
Pérdida de peso: se debe a la falta de apetito, a la sensación de saciedad, y a la fobia que llega a sentir el paciente por la comida debido al dolor abdominal que le provoca, lo que implica un menor aporte calórico. Otro factor que contribuye a la pérdida de peso es que se produce una falta de absorción intestinal que ocasiona diarrea; esto se debe a la obstrucción del conducto que vierte el jugo pancreático al intestino.
Otros síntomas y manifestaciones de los tumores exocrinos de páncreas:
Hemorragia digestiva (en el estómago o el intestino).
Tromboflebitis y trombosis venosas, en ocasiones con fenómenos embólicos, debido a que el tumor puede aumentar la coagulabilidad de la sangre.
Trastornos neuropsiquiátricos, como cambios de personalidad o depresión. Incluso el riesgo de suicidio está muy aumentado.
La aparición de ascitis (acumulación de líquido en el abdomen) y edemas indica enfermedad avanzada.
En una investigación realizada por científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) en la que se analizaron datos de 24.236 pacientes entre los años 2000 y 2017, encontraron que entre los pacientes con esta neoplasia era frecuente que un año antes del diagnóstico hubieran experimentado síntomas como:
Para llegar al diagnóstico de un tumor exocrino de páncreas puede ser necesario realizar las siguientes pruebas:
Exámenes de laboratorio: no son específicos de patología tumoral, pero si las enzimas pancreáticas aparecen elevadas orientan a una posible lesión a este nivel. Además, se pueden determinar en la sangre los denominados “marcadores tumorales”, que son unas sustancias que se elevan en la sangre en determinado tipos de tumores. Aunque no siempre son específicos de cáncer, a veces, junto con otras pruebas, ayudan al diagnóstico y especialmente al seguimiento de esta enfermedad. El marcador más utilizado en el estudio del cáncer de páncreas es el CA 19.9.
Ecografía: muchas veces, el páncreas no se ve adecuadamente con esta prueba pues es un órgano que está relativamente profundo y se puede interponer el gas del estómago, el duodeno o el colon. Tampoco detecta bien tumores menores de 2-3 cm. La ecografía podría detectar solamente el 60-70% de los cánceres de páncreas. Sin embargo, suele ser la prueba inicial del estudio pues es una prueba muy accesible, no dolorosa y sirve para evaluar la vía biliar. En ocasiones, se realiza una ecografía endoscópica, que se realiza a través de un endoscopio que se introduce por la vía digestiva, lo que aumenta mucho la sensibilidad de la ecografía habitual.
TAC: la tomografía axial computarizada es capaz de detectar masas más pequeñas que la ecografía, y además con esta prueba se puede comprobar si el tumor se ha extendido a órganos vecinos o a ganglios linfáticos.
PET: la tomografía por emisión de positrones es una prueba de imagen que no está disponible en la mayoría de lo centros. Es especialmente útil en la detección de posibles metástasis ocultas. Muchas veces se realiza a la vez que una TAC (PET-TAC) lo que permite una mayor sensibilidad para el diagnóstico de cáncer de páncreas.
CPRE (colangiopancreatografía retrógrada endoscópica): esta prueba consiste en la introducción de un endoscopio por la boca del paciente previamente anestesiado, para ver la luz del tubo digestivo; después se introduce un contraste por la vía biliar y pancreática y se realizan radiografías para observar las posibles obstrucciones o cálculos. Permite diferenciar entre un cáncer de páncreas y una pancreatitis crónica.
Biopsia: permite la obtención de muestras del tejido tumoral. Se suele hacer por medio de una aguja fina y guiada con una prueba de imagen como la TAC o la ecografía endoscópica. No siempre es necesario hacer la biopsia pues a veces se tiene seguridad diagnóstica con las pruebas de imagen y se va directamente a la cirugía para quitar el tumor.
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Tratamiento de los tumores exocrinos de páncreas
Dado que ésta es una enfermedad con una alta tasa de mortalidad y suele diagnosticarse ya en estadios avanzados, el tratamiento de un tumor exocrino de páncreas deberá ser lo más agresivo posible para tratar de eliminar todas las células tumorales del organismo.
Cirugía
No todos los tumores de páncreas son aptos para resecar con cirugía. El 10% de los que afectan a la cabeza pueden someterse a este tratamiento de forma plenamente curativa, y casi ninguno de los de cuerpo y cola.
La cirugía paliativa intenta minimizar los síntomas derivados del tumor, eliminando la obstrucción de la vía biliar, mediante la extirpación del tumor y parte de la glándula sana para evitar dejar restos tumorales que vuelvan a crecer.
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En el caso de pacientes con alto riesgo quirúrgico (por ejemplo de edad muy avanzada o con un estado general muy grave) se prefiere colocar una prótesis en la vía biliar por vía endoscópica, para evitar intervenirle. Ello permitirá la remisión de los síntomas y da oportunidad para continuar con otros tratamientos sintomáticos o paliativos como los que vemos a continuación
Quimioterapia
Los últimos estudios demuestran que el uso de estos fármacos en monoterapia no resulta eficaz, por lo que actualmente se prefiere administrar una combinación de fármacos quimioterápicos. Sin embargo, carecen de acción curativa, y suelen usarse de forma paliativa en tumores que son inoperables. Y en estos casos sí que logran aumentar el tiempo de supervivencia. Hay numerosas investigaciones en marcha con el objetivo de comprobar la efectividad de distintas combinaciones de medicamentos, así como para desarrollar nuevas terapias dirigidas, que se diseñan para combatir las células cancerosas sin dañar las sanas.
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Radioterapia
En estadios avanzados puede disminuir la sintomatología de la enfermedad. A diferencia de la quimioterapia, el tratamiento mediante radioterapia suele usarse como apoyo después de la cirugía para eliminar las células que hayan podido quedar. Su uso ha demostrado aumentar la supervivencia de los pacientes sometidos a la resección quirúrgica del tumor.
Inmunoterapia
Se trata de estimular al sistema inmunológico del paciente para que sea capaz de distinguir y combatir a las células cancerosas. Estos tratamientos están en fase de investigación.
Tratamiento sintomático
Para el dolor abdominal se administran antiinflamatorios y, en casos muy avanzados, morfina o derivados. Algunos antidepresivos pueden potenciar el efecto de los analgésicos. A veces puede ser necesario bloquear los plexos nerviosos que originan el dolor a través de cirugía o con una aguja percutánea guiada por ecografía. La radioterapia sobre el órgano también puede paliar el dolor aunque no aumente la supervivencia.
Antieméticos para evitar las nauseas y vómitos.
Suplementos nutricionales e inductores del apetito como el acetato de megestrol.
Cuando existe una falta de absorción intestinal por insuficiencia de la secreción del páncreas, hay que administrar enzimas pancreáticas que desarrollen esta misión.
Anticoagulantes en el caso de que ya se haya establecido algún fenómeno trombótico o embólico en el paciente.
Prevención de los tumores exocrinos de páncreas
No es posible una prevención completa que garantice no padecer nunca este tipo de tumor, pero sí que se pueden tener unos hábitos de vida que hagan que su aparición resulte menos probable.
Es fundamental llevar una dieta saludable rica en frutas y verduras, asociada a la práctica de ejercicio moderado dos o tres veces a la semana para combatir la obesidad.
También es imprescindible dejar de fumar, no sólo para la prevención del cáncer de páncreas, sino para otros muchos a los que se ha asociado, como el cáncer de pulmón o vejiga.
A pesar de ello en muchos casos, los tumores exocrinos de páncreas aparecen de forma espontánea o por herencia genética.