Cirrosis
No abusar del alcohol y protegerse contra la hepatitis son las medidas más efectivas para evitar la cirrosis, una afección que supone un daño progresivo e irreversible para el hígado, que compromete sus funciones.

Diagnóstico de la cirrosis

Por: María Alba Jiménez

Licenciada en Medicina por la Universidad de Alcalá de Henares y pediatría en el Hospital General de Villalba

Actualizado: 29 de julio de 2022

Se puede llegar a un diagnóstico de cirrosis mediante la exploración del pacientes y sus síntomas, el conocimiento de sus antecedentes de consumo de alcohol, y la realización de ciertas pruebas, como veremos en los siguientes pasos:

Exploración del paciente

En la exploración del paciente se pueden observar signos de daño hepático crónico como la coloración amarillenta de la piel, la inflamación abdominal y la pérdida de peso. Sin embargo, estos signos no están siempre presentes. Aun así, con la exploración cuidadosa del paciente se pueden evidenciar otras manifestaciones que inciten a sospechar un daño hepático. Al explorar el abdomen, se puede determinar si el hígado está aumentado de tamaño; aunque a medida que progresa la cirrosis, es posible que esto no sea tan evidente. Cuando sucede esto, el flujo sanguíneo ya está tan comprometido que puede provocar congestión en otros órganos como el bazo.

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Análisis de sangre

En los análisis de sangre también se pueden observar datos que supongan una alarma de daño hepático. No obstante, en la cirrosis establecida, los resultados analíticos pueden acercarse a la normalidad.

Pruebas de imagen

Para determinar cuál es el alcance de la enfermedad, es posible que sean necesarias ciertas pruebas de imagen como son la ecografía, el TAC (tomografía axial computarizada) o la resonancia magnética.

Biopsia hepática

El diagnóstico definitivo de la cirrosis se hace en base al estudio de una muestra de tejido hepático (biopsia hepática).

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