La dermatitis atópica es una afección crónica de la piel, que afecta sobre todo a niños pequeños, en la que se alternan etapas de mejoría con otras en las que los brotes son frecuentes. Te ofrecemos recomendaciones para minimizar las molestias que ocasiona.
Cuando hablamos del tratamiento de la dermatitis atópica hay que aclarar que, desgraciadamente, es una afección que no se cura. El objetivo del tratamiento es que los brotes estén bajo control y, en caso de que ocurra un episodio, intentar controlar sobre todo el picor y mantener la piel hidratada.
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Tratamiento de una dermatitis atópica: uso de corticoides
Actualmente son los corticoides tópicos (en crema, pomada o loción) la base del tratamiento contra el eccema. Bien utilizados controlan la gran mayoría de los casos, aunque no siempre se administran correctamente. La mejor manera de obtener el máximo beneficio del corticoide sin notar ningún tipo de efecto adverso es seguir siempre la pauta que marque el médico, sin usar más crema de la necesaria ni durante más tiempo del recomendado; pero sin saltarse ninguna aplicación, para asegurar unos niveles constantes de medicamento.
A la hora de aplicarla, es mejor una cantidad pequeña y bien extendida que una gran cantidad de crema, ya que se facilita la absorción. Unos minutos después de la aplicación del corticoide, se puede aplicar una crema emoliente, para hidratar la piel y favorecer la absorción del corticoide.
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El médico elegirá el corticoide más adecuado, en función de la edad del paciente, la zona a tratar, y la intensidad del episodio de eccema. Generalmente, en los niños, las preparaciones con un corticoide de baja o mediana potencia suele ser suficiente. En zonas muy sensibles (cara, cuello, mamas, axilas, área genital...) tampoco se emplearán corticoides potentes, sino aquellos con la potencia necesaria para tratar la afección, pero que presenten un perfil de seguridad adecuado. Para los episodios crónicos en adultos, la potencia del medicamento puede ser algo mayor.
Alternativas a los corticoides para tratar el eccema
Otros tratamientos disponibles para la dermatitis atópica son:
Los antihistamínicos (en especial, los que causan somnolencia), que controlan el picor y facilitan el sueño.
Algunos inmunomoduladores tópicos, como el pimecrólimus, pueden usarse en niños mayores de dos años en los primeros episodios; o el tacrólimus, si el eccema es rebelde a otros tratamientos, o los corticoides no son adecuados para el paciente. Los inmunomoduladores controlan la respuesta inmunológica origen de todas las manifestaciones del eccema.
Los antibióticos (especialmente aquellos específicos para S. Aureus, una bacteria muy frecuente en la piel) pueden ser de gran utilidad en el control de los brotes, en especial si están claramente infectados.
Se debe recurrir a otros inmunomoduladores por vía oral solo en casos de máxima necesidad, especialmente debido a la rebeldía del eccema.
Para pacientes mayores de trece años, existe la posibilidad de fototerapia (tratamiento con luz), que ha demostrado una gran mejoría en los brotes.
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Recomendaciones para la dermatitis atópica
A continuación se indican una serie de consejos para mantener la piel en perfectas condiciones, lo que permitirá controlar, en la medida de lo posible, los brotes de dermatitis atópica, cuando estos aparezcan.
Como ya se ha comentado, el eccema no se cura, y los pacientes pueden tener épocas de gran mejoría, seguidas de otras en las que los brotes son frecuentes. Lo más importante a la hora del cuidado es no olvidar estos consejos, ni siquiera en las épocas de mejoría:
Es conveniente utilizar cremas emolientes, que hidratan y permiten regenerar la estructura de la piel que, en muchos casos, se encuentra alterada en las afecciones cutáneas. No solo a la hora de aplicar el corticoide, sino varias veces al día (tantas como sea necesario), ya que una piel bien hidratada presenta menos picor en el momento del brote, y suele requerir menor cantidad de corticoide para controlarlo. El médico y el farmacéutico pueden aconsejar varias marcas hasta encontrar la que más se ajuste a las necesidades del paciente. Se recomienda aplicar cada vez que nos lavemos las manos o usemos gel hidroalcohólico.
Tras la ducha, la crema debería ser aplicada por todo el cuerpo, ya que un paciente atópico puede desarrollar los eccemas en cualquier momento. Es mejor utilizar un jabón de pH ácido; y es preciso alcanzar un perfecto equilibrio en lo que a una buena higiene respecta, ya que tan contraindicada está la higiene excesiva (que puede destruir el manto lipídico ácido de la piel) como su escasez.
Al secar la piel esmejorhacerlosuavemente, especialmente durante un episodio de eccema, procurando no frotar, y utilizar toallas suaves que no generen una reacción en la piel.
En general, es siempre importante que el paciente se mantenga alejado de aquellos productos, sustancias, alimentos o tejidos que pueden predisponerle a sufrir un nuevo brote. Algunos alimentos ricos en histamina (fresas, frutos secos, marisco...) pueden, en niños muy sensibles, desencadenar un brote. Ciertos tejidos, como la lana; y un ambiente seco y caluroso (sobre todo si hay aire caliente) también pueden provocar un episodio o exacerbar uno ya existente.
Hay que recordar siempre que, cuando se utilice un producto por primera vez (cremas solares, cosméticos, aceites, tintes...) es conveniente llevar a cabo una técnica que consiste en aplicar una muy pequeña cantidad del producto en ciertas zonas, como detrás de la oreja o en áreas poco sensibles, para poder analizar la respuesta de la piel ante el producto. Dejarlo actuar unas cuantas horas, ya que el brote no suele aparecer de manera inmediata. Si la piel desarrolla algún tipo de enrojecimiento o picor, es posible que ese producto predisponga a sufrir un brote de eccema.
Por otro lado, es mejor evitar los cambios bruscos de temperatura, así como las temperaturas extremas, tanto de frío como de excesivo calor. Lo recomendable es intentar conseguir una temperatura ambiente de entre 20 y 22 grados, así como ventilar diariamente las habitaciones.
Recuerda que es importante mantener las uñas limpias y cortas, para evitar heridas o infecciones por el rascado de la piel.
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Si quieres conocer las recomendaciones del Decálogo Europeo de la Dermatitis Atópica, puedes leerlas aquí.
COVID-19 y dermatitis: consejos para los padres
La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) ha alertado de que el uso de geles hidroalcohólicos para desinfectar las manos o las mascarillas contra el COVID-19 podrían agravar los síntomas de la dermatitis atópica, especialmente en los niños. El contacto continuo de la mascarilla en la cara de los niños y la humedad que se genera como consecuencia de la respiración, sobre todo cuando juegan y realizan actividades deportivas, desencadenan brotes de eccemas que generan mucho prurito, por lo que es importante usar mascarillas 100% algodón, homologadas y reutilizables para minimizar este riesgo, además de emplear cremas reparadoras varias veces al día.