Dormir poco o adoptar unos patrones de sueño que no se corresponden con nuestro reloj biológico –algo que ocurre cuando por ejemplo trabajamos en el turno de noche o nos vemos sometidos con frecuencia a ‘jet lag’ por viajar a zonas con diversas franjas horarias– tiene repercusiones sobre la salud y, además, incrementa el riesgo de ganar peso y desarrollar diabetes.  

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Diversos trabajos han puesto de manifiesto que un descanso insuficiente puede provocar obesidad y aumenta las posibilidades de sufrir diabetes, pero se basan en estudios realizados en laboratorio a corto plazo y en estudios epidemiológicos. Ahora, un grupo de científicos del Brigham and Women's Hospital (BWH), en Estados Unidos, han llevado a cabo una investigación, también en un entorno controlado de laboratorio, pero a largo plazo, en la que un grupo de voluntarios han ido variando sus patrones de sueño, imitando las situaciones que se producen en un ‘jet lag’ reiterado y en los trabajos en los que se rota de turnos.

Dormir poco, o adoptar patrones de sueño que no se corresponden con nuestro reloj biológico, incrementa el riesgo de ganar peso y desarrollar diabetes

En la investigación, que ha durado seis semanas y cuyos datos se han publicado en Science Translational Medicine, han participado 21 voluntarios sanos. Los investigadores registraban tanto el número total de horas de sueño, como cuándo dormían, las actividades que realizaban y su alimentación.

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Al inicio del estudio, los voluntarios dormían alrededor de diez horas durante la noche, y posteriormente, y durante tres semanas, el periodo de sueño se redujo a 5-6 horas cada 24 horas, pero alternando estos episodios a lo largo del día, y durmiendo en distintos momentos, como suelen hacer las personas cuya ocupación laboral les obliga a rotar de turno. Por ello, tuvieron que intentar dormir en horarios que no se ajustaban a sus ritmos circadianos –que son el reloj biológico interno del ser humano y se encargan de regular los ciclos de sueño y vigilia.

Los científicos comprobaron que al disminuir la cantidad de horas de sueño de forma mantenida en el tiempo, unido a la alteración de los ritmos circadianos, se producía una reducción de la recuperación metabólica en estas personas y aumentaba también la concentración de glucosa en su sangre tras las comidas, debido a que disminuía la secreción de insulina. Los autores del estudio señalan que esto significa que si la dieta y la actividad de estas personas no se modifica, su peso podría aumentar más de 4,5 kilos al año con estos patrones de sueño alterados, y añaden que, al no secretar suficiente insulina, el incremento de la concentración de glucosa les vuelve también más propensos a desarrollar diabetes.

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Actualizado: 1 de agosto de 2017

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