Diabetes
El envejecimiento de la población, el sedentarismo y la obesidad han multiplicado el número de diabéticos. Controlar los factores de riesgo asociados a la diabetes mejora la esperanza de vida de los afectados.

Pie diabético

Por: Dr. Javier Rosado Martín

Médico de familia

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

Una lesión muy característica de las personas con diabetes es el pie diabético, que es el resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las arterias (artropatía periférica). El riesgo de padecer esta lesión aumenta conforme avanza la diabetes, llegando a presentar una incidencia de amputaciones por este motivo en torno a 4 por 1.000 pacientes y año. Se estima que el 15% de los diabéticos presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético. 

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Los factores más importantes para su desarrollo son el mal control de la diabetes, la neuropatía, las deformidades del pie (artropatía de Charcot), la arteriopatía y el tabaco. El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos son los más proclives a desarrollar úlceras.

Dichas alteraciones facilitan que un mínimo traumatismo o herida provoque úlceras o heridas de difícil cicatrización, y que originan infecciones graves, dolores y, en situaciones avanzadas, incluso amputaciones.

Síntomas de alarma del pie diabético

Los primeros signos que deben alertar sobre el inicio de un pie diabético son el enrojecimiento de algunas zonas del pie, el aumento de su temperatura, zonas callosas que no mejoran, y que finalmente se ulceran. Estas lesiones iniciales pueden progresar hasta llegar a una ulcera profunda y alcanzar el hueso provocando una osteomielitis, y finalmente en situaciones muy avanzadas una gangrena del pie. Con un buen seguimiento y control son lesiones evitables.

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Pie diabético

El control estricto de la diabetes y del resto de factores de riesgo mencionados con anterioridad disminuyen notablemente la incidencia de estas complicaciones. Los pacientes diabéticos deben ser examinados con periodicidad a este respecto por sus médicos de Atención Primaria, y deben ser educados para una correcta higiene y cuidado de sus pies. En este sentido algunos consejos son:

  • No cortar excesivamente las uñas.
  • No caminar descalzo.
  • Comprobar la temperatura del agua antes de sumergir los pies.
  • Utilizar cremas hidratantes.

Se debe realizar una inspección frecuente por parte del médico o enfermeras de las zonas del pie, evaluar la sensibilidad (superficial y a la vibración, con microfilamento y diapasón, respectivamente) para detectar los primeros signos de neuropatía, realizar el índice tobillo/brazo para valorar la arteriopatía y mantener una vigilancia estrecha de heridas aparentemente inofensivas.

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Ante la aparición de callosidades o algunas deformidades, no se debe dudar en remitir a la consulta de un podólogo o de un traumatólogo, según sea el tipo de lesión.

Cuando se detecten lesiones de este tipo se indicarán antibióticos y una eliminación cuidadosa de la piel infectada o necrótica mediante curas diarias en su centro de salud, o curas más complejas que precisan de un cirujano vascular.

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