Dr. José María Pomerol

Urólogo especialista en Andrología y corresponsable de la 'Unidad del Varón' de Sanitas
La disfunción eréctil es un trastorno bastante frecuente que preocupa a muchos hombres. El Dr. Pomerol, especialista en Andrología, nos explica sus causas y riesgos, y cuáles son los mejores tratamientos disponibles.
Dr. José María Pomerol, urólogo especialista
“La disfunción eréctil puede ser un síntoma de enfermedades mucho más importantes, como la diabetes o la hipertensión”

1 de abril de 2013

Se estima que la disfunción eréctil (DE) afecta, en mayor o menor grado, a alrededor de dos millones de varones en España, y su prevalencia y severidad se incrementan a partir de los 40-50 años de edad. Además de la gran repercusión que tiene en la calidad de vida del afectado y de su pareja, diversos estudios han relacionado este trastorno con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, y han apuntado a que su aparición podría ser el primer síntoma de una afección de este tipo, ya que la principal causa orgánica de la DE son los problemas vasculares.
El Dr. José María Pomerol, urólogo especialista en andrología, y corresponsable de la ‘Unidad del Varón’ de Sanitas, nos explica las causas y riesgos de la disfunción eréctil, y los recursos disponibles actualmente para solucionar este trastorno.

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Disfunción eréctil y riesgo cardiovascular

¿La disfunción eréctil puede ser un trastorno transitorio que desaparezca espontáneamente, o una vez que aparece es imprescindible acudir al especialista?

Se pueden presentar las dos situaciones. Lo más frecuente es que cuando empieza un proceso de disfunción eréctil suele durar en el tiempo, y siempre definimos disfunción eréctil como la incapacidad para conseguir una erección que dé lugar a una rigidez adecuada para mantener una actividad sexual, y que el fallo se haya producido al menos durante unos seis meses. Cuando esto se produce de manera esporádica y después se recupera la erección, no sucede nada. Sin embargo, se trata de un problema muy influido por el control cerebral. A veces ocurre que esto le pasa a un hombre un día porque ha bebido demasiado alcohol y, como interviene la mente, es muy difícil luego recuperar la erección.

Si la disfunción eréctil se debe a la obstrucción de las finas arterias que irrigan el pene, puede ser que a la larga el mismo proceso acabe afectando a la arteria coronaria y dé lugar a un infarto

Si es un hombre joven la DE suele estar más ligada a un problema psicológico, a las primeras experiencias sexuales; otro caso es el de los hombres de edad más avanzada donde lo importante es que la disfunción eréctil puede ser un síntoma de enfermedades mucho más importantes como son la diabetes o la hipertensión. Si descubrimos a partir de la disfunción eréctil enfermedades importantes, e incluso, por ejemplo, la obstrucción de las finas arterias que irrigan el pene, puede ser que a la larga -ya que es un problema arterial-, el mismo proceso acabe afectando a la arteria coronaria y dé lugar a un infarto. Esto se ha visto en los últimos años. Por lo tanto, aparte de lo que comporta a la calidad de vida, tanto del individuo como de su pareja si la tiene, puede ser un primer síntoma de una enfermedad, que se puede detectar si se hace un estudio adecuado por parte del médico.

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Precisamente varios estudios han asociado la disfunción eréctil con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, y uno reciente muestra que cuanto más grave es la DE mayor es el riesgo cardiovascular, ¿significa eso que cuando un varón presenta una disfunción eréctil es necesario comprobar primero si se trata de un síntoma de una afección de este tipo?

Cuando se presenta disfunción eréctil, y lógicamente depende de las características de la misma, del tiempo de evolución, etcétera, tendremos que descartar que se trate de un problema vascular, que es lo más frecuente aparte de las causas psíquicas. Si es un problema vascular y hay factores de riesgo, que son los mismos que para cualquier enfermedad vascular, y los más frecuentes son la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia, la obesidad, o el sedentarismo, entonces es cuando realmente hay que valorar si se podría tratar de un aviso de lo que a la larga puede ser un problema cardiovascular.

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¿Puede ser de origen psicológico, o siempre tiene que haber una causa orgánica?

La verdad es que el componente psicológico está siempre presente sea cual sea el origen del trastorno. Los problemas de tipo psicológico pueden ser los que desencadenen el proceso, pero una vez que se ha iniciado, e independientemente de la causa, siempre se añade este factor psicológico porque el cerebro es el que realmente controla toda la función sexual, y cuando uno ya ha fracasado anteriormente o sufre una situación de estrés por este motivo, o está muy pendiente de lo que sucederá o no sucederá la próxima vez que intente tener actividad sexual, el cerebro libera una serie de neurotransmisores, algunos de los cuales inhiben la función sexual. Son mecanismos muy curiosos que hay que tener en cuenta porque a veces se puede tener un problema físico, pero persiste la disfunción porque está ligada a causas psicológicas y no se ha resuelto el problema del control cerebral, que a veces es puramente químico, pero otras está asociado a trastornos psicológicos.

El componente psicológico está siempre presente en la disfunción eréctil, sea cual sea el origen del trastorno

¿Cuáles son las pruebas que se emplean habitualmente para diagnosticar la disfunción eréctil o identificar la causa –física o psicológica– que la ha originado?

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Lo primero y más importante en este campo es una historia clínica exhaustiva, que ya nos permite descartar muchas cosas. Además realizamos una analítica para poder detectar estos factores de riesgo que mencionaba, y también posibles alteraciones hormonales, como es un déficit o descenso de la testosterona. La testosterona juega un papel muy importante en el deseo sexual, pero también interviene en la erección. Lógicamente también es necesaria una exploración física para comprobar que no haya ningún factor en el pene que pueda justificar la disfunción, y con la analítica ya tenemos una primera impresión.

La testosterona juega un papel muy importante en el deseo sexual, pero también interviene en la erección

Después, dependiendo de los resultados obtenidos, se pueden realizar pruebas más específicas como el estudio doppler del pene para poder valorar precisamente el riego sanguíneo, la entrada y el mantenimiento de sangre en el pene, y comprobar si hay una obstrucción o no. Existe también un fármaco, un vasodilatador del pene, que se utiliza en el mismo momento que se hace el estudio doppler. Otras pruebas más específicas que se pueden realizar en casos muy dudosos, es un registro nocturno de erecciones, que observa si se producen episodios de erección durante la noche y, si se demuestra que por la noche, cuando el paciente está en sueño profundo, tiene erecciones, al menos se descartan problemas de llegada y mantenimiento de sangre a nivel del pene. Estas pruebas son las más frecuentes.

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Soluciones para la disfunción eréctil

¿Cómo se trata la disfunción eréctil?

Primero hay que comprobar los posibles factores que influyen, es decir, el estilo de vida o si hay factores de riesgo cardiovascular ligados al trastorno. Y modificarlos si es posible: dejar de fumar, llevar una vida sana con una dieta adecuada… En el caso de los pacientes que están en tratamiento antihipertensivo, depende de qué fármaco tomen, pues puede merecer la pena cambiarlo para ver si otro tiene menos efectos adversos sobre la erección. Además, si el paciente tiene la testosterona baja, podemos sustituir esta testosterona y ver qué sucede con la erección. Y si queda claro que es un problema psicológico, hay tratamientos como la psicoterapia que es fundamental. Para resolver los síntomas existen fármacos orales que se utilizan en primera línea de tratamiento, como es el conocido Viagra. Hay diversos fármacos comercializados para este fin que realmente tienen una alta eficacia.

Hay pacientes diabéticos o con patologías severas, que no responden a los fármacos orales o las inyecciones, para los que una prótesis de pene sigue siendo una buena solución

En el caso de pacientes que no respondieran a estos medicamentos, entonces ya la segunda línea de tratamiento serían las inyecciones de fármacos vasodilatadores a nivel del pene, que es lo que más se utilizaba antes de que dispusiéramos de fármacos orales. También hay unos mecanismos de erección por vacío, en los que se emplea un cilindro que se coloca alrededor del pene y se hace el vacío, lo que hace que entre sangre en el pene y, cuando se retira el cilindro, se mantiene la erección mediante un anillo que comprime la base del pene. Y después existe la posibilidad de implantar una prótesis de pene, que hoy en día tiene menos indicaciones que en el pasado, pero sigue habiendo pacientes diabéticos o con patologías severas, que no responden a terapias más sencillas como los fármacos orales o las inyecciones, para los que la prótesis de pene sigue siendo una buena solución.

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¿Es posible entonces curar la DE en todos los casos?

Sí, si el paciente está dispuesto a seguir el tratamiento indicado, lógicamente empezando por lo más fácil y sencillo, y a continuar con lo más complejo cuando ha fallado todo lo demás, siempre puede haber una solución.

Y en los casos que ha comentado, en los que la disfunción se asocia al consumo de ciertos medicamentos, ¿cómo se puede ayudar a estos pacientes?

Siempre lo más importante es la enfermedad de base, que no se puede dejar de tratar. Hay muchos fármacos que efectivamente pueden afectar a la erección, y a veces el hecho de que se sustituyan por otros no supone ninguna modificación, ninguna variación. Lo que hay que hacer entonces es contrarrestar el efecto negativo de esos fármacos, en este caso con otros fármacos. También hay que ver si se pueden retirar en algunos casos y, si no es posible, contrarrestar sus efectos, como decía.

Sanitas acaba de inaugurar la Unidad del Varón, de la que usted es corresponsable. ¿Qué afecciones pueden consultar los hombres en este nuevo servicio?

Todo lo que sean trastornos del aparato genital masculino, sobre todo desde la perspectiva sexual, y en especial las disfunciones eréctiles y eyaculatorias. Entre estas últimas la más frecuente es la eyaculación prematura, lo que solemos llamar coloquialmente eyaculación precoz. Y después todas las anomalías del pene, como trastornos ligados a la curvatura o al tamaño del pene, ya que siempre es posible, dentro de unos límites, mejorar la estructura peneana. Son casos que precisan una intervención, no por un simple capricho, sino porque hay una indicación clara, a veces incluso por parte del psiquiatra, que aconseja mejorar la estética peneana de este individuo.

“Siempre es posible, dentro de unos límites, mejorar la estructura peneana”

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