Diagnóstico de la dispepsia
Actualizado: 22 de septiembre de 2022
Para el diagnóstico de la causa de la dispepsia, lo primero y más importante que debe hacer el médico es una historia clínica completa y detallada del paciente. Hay que determinar el tipo de molestia (dolor o quemazón, plenitud posprandial –sentirse muy lleno tras comer–, saciedad precoz), la localización concreta y si se irradia hacia otros puntos, el momento en el que aparece, su relación con las comidas o la aparición con algún alimento concreto. Además, nos deberán preguntar con qué frecuencia aparecen los síntomas, si son muy intensos y si hay algo que los alivia. También nos preguntarán por los mencionados síntomas de alarma.
La exploración física en una persona que presenta indigestión lo más frecuente es que sea normal, aunque puede haber cierta sensibilidad en la zona epigástrica (en la parte alta y central del abdomen) a la palpación. Encontrar alteraciones como aumento del tamaño del hígado, bultos en el abdomen, presencia de ganglios aumentados de tamaño en alguna localización o la coloración amarillenta de la piel, harán pensar al médico en alguna causa orgánica de gravedad.
En los estudios analíticos en general no suele haber alteraciones, aunque la anemia por falta de hierro o la alteración del perfil hepático pueden sugerir alguna causa determinada de la dispepsia.
¿Cuándo es necesario hacer una gastroscopia?
La prueba más importante que se suele realizar en el estudio diagnóstico de la dispepsia es la endoscopia digestiva alta o gastroscopia. Es mucho más sensible y específica que los estudios radiológicos con contraste que han caído en desuso. Además, permite la toma de biopsias para el estudio de las causas de dispepsia.
Se debería realizar una endoscopia digestiva alta a todos los pacientes mayores de 45-55 años que comienzan con dispepsia. También se debe realizar a los menores de esta edad que tengan algún síntoma o signo de alarma (pérdida de peso, vómitos con sangre, heces con sangre roja o digerida, vómitos persistentes, dificultades para tragar, ausencia de ingesta de alimentos por incapacidad para comer por la intensidad de los síntomas, saciedad precoz, anemia o falta de hierro, antecedentes familiares de cáncer gastrointestinal superior, coloración amarillenta de ojos o piel, masa en el abdomen o ganglios aumentados de tamaño, antecedentes de cirugía gástrica, antecedentes de úlcera). El temor importante a padecer un cáncer podría justificar también la realización de la prueba.
En los pacientes jóvenes sin síntomas de alarma no siempre es necesaria la gastroscopia. Así, ante casos de indigestión o digestión pesada se suele hacer lo siguiente:
Creado: 13 de noviembre de 2015