El síntoma común a todos los tipos de edema pulmonar es la sensación de falta de aire, o disnea, cuya gravedad depende de las causas que han provocado la afección, y que es preciso identificar cuanto antes.
Médico Interno Residente, especialista en Dermatología Medicoquirúrgica y Veneorología
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
Se llama edema pulmonar al acúmulo de líquido en el interior de los pulmones. Si ocurre en un plazo corto de tiempo, se suele llamar edema agudo de pulmón y, en este caso, es una urgencia médica, ya que la capacidad respiratoria del paciente puede verse comprometida.
¿Por qué ocurre? Causas del edema pulmonar
Los pulmones se llenan de líquido cuando la sangre que está normalmente dentro de los vasos sanguíneos sale hacia el exterior inundando los alveolos pulmonares. Por supuesto, esto sólo pasa cuando algo funciona mal en los propios pulmones o en el corazón; así, podemos dividir el edema de pulmón en los siguientes tipos:
Edema de pulmón cardiogénico
Edema de pulmón no cardiogénico
Edema pulmonar neurogénico
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Todos ellos tienen en común que provocan sensación de falta de aire, lo que también se conoce como disnea.
La causa más habitual de un edema pulmonar suele ser una insuficiencia cardiaca congestiva, que a su vez puede estar causada por una subida repentina de la presión arterial, válvulas aórticas, o ataques cardiacos o problemas del miocardio.
Sin embargo, el edema pulmonar también puede deberse a otras causas, como la toma de determinados fármacos, insuficiencia renal, daños al pulmón causados por intoxicaciones o infecciones, encontrarse expuesto a grandes alturas…
Tipos de edema pulmonar
Podríamos decir que existen diversos tipos de edema de pulmonar, que en función de su mecanismo de producción podríamos dividir en dos grandes grupos: cardiogénico y no cardiogénico. Aunque también existen otras formas menos frecuentes. Veámoslos con más detalle:
Edema de pulmón cardiogénico
Para poder entender este tipo de edema hay que recordar la circulación sanguínea. El corazón recibe la sangre de todo el cuerpo en la aurícula derecha y de ahí pasa al ventrículo derecho, que la impulsa a los pulmones para que oxigenen la sangre. Después, toda la sangre de los pulmones se recoge en la aurícula izquierda, y pasa a través de la válvula mitral al ventrículo izquierdo, donde es impulsada hacia el resto del cuerpo humano.
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Cualquier enfermedad que provoque un mal funcionamiento de la parte izquierda del corazón hará que la sangre se acumule hacia atrás, es decir, hacia los pulmones, que es donde se estanca. A este mal funcionamiento se le conoce como insuficiencia cardiaca izquierda (el lado izquierdo del corazón no es lo suficientemente eficaz como para bombear toda la sangre necesaria). Las situaciones en las que se produce insuficiencia cardiaca izquierda son:
Infarto agudo de miocardio: al destruirse parte del músculo cardíaco el corazón pierde fuerza de bombeo. La gravedad de esta pérdida de eficacia depende de la extensión de la zona infartada.
Arritmias cardiacas: el corazón pierde el ritmo adecuado de bombeo y no se expulsa la sangre adecuadamente.
Estenosis mitral: un estrechamiento de la válvula mitral haría que resultase más difícil el paso de sangre de la aurícula izquierda al ventrículo izquierdo.
Rotura mitral: si se rompe la válvula mitral la sangre que debe salir del ventrículo izquierdo hacia la arteria aorta volvería a la aurícula izquierda y a los pulmones.
Crisis hipertensiva: un aumento brusco de la tensión arterial sistémica hace que al ventrículo izquierdo le resulte muy difícil expulsar la sangre hacia el resto del organismo.
Cardiopatía crónica: el corazón es un órgano que se ve afectado por muchas enfermedades, que no siempre tienen un efecto fulminante sobre el mismo, pero que sí lo deterioran poco a poco. Estos corazones enfermos suelen estar compensados por mecanismos naturales o fármacos que indica el médico, pero situaciones que requieran un mayor funcionamiento de la bomba cardiaca pueden provocar una insuficiencia cardiaca. Las situaciones que con mayor frecuencia producen este efecto son el ejercicio físico, el aumento de la tensión arterial, la falta de oxígeno en el ambiente, una infección, hemorragias, anemia, el embarazo, y el hipertiroidismo.
Sobrecarga líquida: es habitual que en el hospital se hidrate a los pacientes que lo necesitan por vía intravenosa. Un exceso de líquido por esta vía puede hacer imposible que el corazón lo movilice, y se produce entonces una insuficiencia cardiaca.
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Edema pulmonar no cardiogénico
Aquí se incluyen las causas que provocan una invasión de los pulmones por líquido, pero sin que el corazón esté enfermo. En este caso el problema surge en las paredes de los capilares sanguíneos que riegan los pulmones, ya que pierden su capacidad de retener la sangre dentro y dejan pasar líquido a los alveolos. Las causas son muy variadas:
Aspiración de jugos gástricos: en los pacientes inconscientes el reflejo de la tos está disminuido y eso hace que, si vomitan, los jugos gástricos y todo el contenido que haya en el estómago suban hasta la laringe y bajen a los pulmones a través de la tráquea. Los ácidos provocan un daño a las paredes alveolares, que dejan pasar líquido a través de ellas.
Sepsis: los pacientes sépticos son aquellos que presentan tal grado de infección en su organismo que es posible encontrar bacterias o toxinas en su sangre. Estas sustancias provocan una inflamación difusa en todo el sistema cardiocirculatorio, haciendo que las arterias se dilaten y los capilares aumenten su permeabilidad. En el pulmón esto tiene un efecto nocivo, ya que los capilares dejan pasar líquido al exterior.
Traumatismo: en las contusiones del pulmón se produce rotura directa de los vasos sanguíneos, pero no sólo se puede producir edema de pulmón de esta forma, también es posible que un trauma en cualquier lugar del cuerpo humano desencadene una respuesta inflamatoria exagerada (como ocurría en la sepsis), y lleguen sustancias al pulmón que aumenten la permeabilidad de los capilares.
Neumonía: la infección localizada en los pulmones puede tener un efecto directo en los capilares de alrededor.
Grandes quemados: las personas que sufren grandes quemaduras en su piel desarrollan una inflamación sistémica que provoca edema de pulmón por el mismo mecanismo que la sepsis.
Pancreatitis aguda: en una inflamación del páncreas se destruye parte de este órgano; así, las enzimas y ácidos que están en su interior se liberan hacia las arterias y provocan daño en el cuerpo humano de forma generalizada. Concretamente en el pulmón daña los capilares sanguíneos y permite que salga líquido hacia los alveolos.
Inhalación de gases tóxicos: ciertas sustancias químicas tienen un efecto nocivo directo sobre los alveolos y capilares pulmonares.
Mal uso de fármacos: hay fármacos que pueden provocar alteraciones en los capilares pulmonares de forma directa o indirecta, ya sea por sobredosis o por tomar medicinas que no están indicadas.
Ahogamiento: la causa más sencilla de que los pulmones se encharquen de líquido es aspirar agua desde el exterior, que es lo que ocurre en los ahogados.
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Edema pulmonar neurogénico
Esta es la forma de edema pulmonar que ocurre con menos frecuencia. Sucede en personas que tienen una lesión cerebral por un trauma o un tumor, y también en los heroinómanos cuando se inyectan altas dosis de droga. Cuando se elimina el control del cerebro sobre el hipotálamo, este estimula al sistema nervioso simpático, que es involuntario y se encarga de funciones de órganos internos, como por ejemplo aumentar el paso de sangre a los pulmones durante el ejercicio físico. Al aumentar el flujo sanguíneo pulmonar sin que haya necesidad de ello, el exceso de sangre sale hacia los alveolos, inundándolos.