Esclerodermia
La esclerodermia es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por el engrosamiento y endurecimiento de la piel, aunque también puede afectar a diversos órganos internos. Conoce cómo tratarla.

Diagnóstico de la esclerodermia

Por: Ana Moreno Cerro

Doctora de Medicina y especialista en Inmunología

Actualizado: 28 de junio de 2022

Algunas características de la enfermedad como el fenómeno de Raynaud (decoloración de los dedos), la esclerodactilia (endurecimiento de la piel de los dedos) y el trastorno esofágico deben hacer pensar en el diagnóstico de esclerodermia.

Además, los resultados de algunas pruebas como la detección de algunos autoanticuerpos específicos de esta enfermedad o la alteración de la circulación en los capilares mediante capilaroscopia del lecho ungueal (evaluación de la microcirculación debajo de la uña) pueden ayudar a orientar el diagnóstico de esclerodermia.

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En las pruebas de laboratorio se detectan alteraciones inespecíficas –esto es, que pueden aparecer en muchas otras enfermedades–, como son: el aumento de la velocidad de sedimentación, la anemia, el factor reumatoide positivo o el aumento de inmunoglobulinas.

Orienta más en el diagnóstico de la esclerdodermia el estudio de los anticuerpos antinucleares, aunque también son indicativos de otras enfermedades sistémicas. En la esclerodermia estos autoanticuerpos son muy frecuentes, se detectan en el 90% de los pacientes y el patrón más habitual es el moteado, aunque el patrón nucleolar es el más específico de la enfermedad. Estos patrones se observan mediante un tipo de microscopía, la de fluorescencia. Pueden detectarse otros autoanticuerpos como los anticentrómero, los anti-Scl70 o antinucleolo.

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