Profesor Angelo Luigi Vescovi
14 de mayo de 2014
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) afecta a las neuronas que controlan los músculos, las motoneuronas, y por eso las primeras manifestaciones de la enfermedad se caracterizan por una pérdida progresiva de la fuerza muscular y de la coordinación. Se producen calambres o contracciones musculares involuntarias, y la debilidad de los músculos continúa hasta que al final el paciente no puede realizar actividades como levantar o sostener objetos, hablar o caminar. En la actualidad, la enfermedad no tiene cura y en el 90% de los casos los pacientes fallecen entre tres y cinco años tras el diagnóstico.
Hablamos con el profesor Angelo Luigi Vescovi, licenciado en ciencias biológicas, director científico de IRCCS-Casa Sollievo della Sofferenza di San Pio (San Giovanni Rotondo, Italia), y coordinador de un prometedor ensayo clínico con células madre cerebrales en pacientes de ELA, que en su primera fase ha mostrado resultados favorables y no ha provocado efectos secundarios, y que podría contribuir al desarrollo de nuevos tratamientos para detener o lentificar la progresión no solo de la ELA, sino también de otras enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis múltiple o el parkinson. El profesor está satisfecho con la marcha del proyecto y los resultados conseguidos hasta el momento, y aunque prefiere esperar a finalizar la investigación y publicar el trabajo, tiene muchas esperanzas en poder ayudar a estos pacientes.
¿Se conocen las causas de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o se tiene al menos alguna hipótesis al respecto?
No, todavía no, aunque se cree que a parte de algún factor genético (en un pequeño porcentaje), también haya involucradas otras causas posibles, como infecciones, exposición a ciertos tóxicos…, pero hasta el momento no se ha podido demostrar científicamente una causa efecto concreto entre estos factores y el desarrollo de la enfermedad.
¿Cuáles son los primeros síntomas o señales de alarma?
Esto es difícil de establecer porque depende de muchos factores. En general, pero no siempre es así, los primeros músculos que se ven afectados son los de las piernas y, por ello, la persona comienza a tener dificultades para caminar. En cualquier caso, el tipo de problema que surja dependerá del grupo de músculos afectado. En algunas personas se bloquea la punta del pie, y no pueden estirarlo bien, otros tienen problemas al caminar… Es muy variable, se trata de síntomas de naturaleza motora, una insuficiencia motora, pero que no afecta necesariamente a las piernas, y que es diferente en cada paciente, e incluso otras enfermedades que no tienen absolutamente nada que ver con la ELA pueden causar los mismos síntomas.
La ELA provoca una insuficiencia motora, pero es diferente en cada paciente, e incluso otras enfermedades que no tienen absolutamente nada que ver con la ELA pueden causar los mismos síntomas
La prueba más fiable, o una de las más fiables, para diagnosticar ELA es la electromiografía, que permite observar a nivel de los músculos cómo funcionan las fibras musculares, y esto da un indicio de cómo funcionan los nervios que inervan las fibras musculares.
La mayor parte de las personas con esclerosis lateral amiotrófica viven una media de entre tres y cinco años tras el diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, el científico Stephen Hawking sufre la enfermedad desde hace más de 50 años, ¿cómo es posible?
La ELA, como ocurre con otras enfermedades, no afecta a todos los pacientes por igual, y está claro que el caso de Stephen Hawking, al que personalmente admiro mucho, es muy especial. Hay muchos factores que influyen, además, en la evolución de la ELA, como el tipo de cuidados que reciba el paciente, sus hábitos de vida, y su actitud ante la enfermedad.
Y sobre todo el ADN del enfermo, que es un factor clave en la supervivencia, y es que alrededor del 5% de los pacientes con esclerosis lateral amiotrófica viven más de diez años tras el diagnóstico, y aunque el caso de Stephen Hawking es excepcional, tal vez una persona con sus características genéticas hubiera podido vivir en condiciones normales hasta los 90 años o más gozando de buena salud y, sin embargo, a causa de esta enfermedad no llegue a los 80.
Algunos casos de ELA pueden ser de origen genético. Si una persona tiene un familiar con la enfermedad, ¿debe hacerse alguna prueba para comprobar si es posible que él también la desarrolle?
No, aunque no recuerdo exactamente la incidencia porque no soy epidemiólogo, la frecuencia del componente genético respecto a la enfermedad es muy baja. El primer gen que ha sido descubierto asociado a la forma familiar de la enfermedad, el SOD1, es responsable de un caso de cada mil. Por lo tanto, el hecho de que una persona tenga algún antecedente familiar no significa prácticamente nada. Puede tener un significado en el momento en que en la historia de la familia se hayan dado casos repetidos, sobre todo en familiares muy cercanos. Sin embargo, incluso aunque se compruebe mediante un análisis genético que una persona tiene el gen, en primer lugar eso no quiere decir que vaya a desarrollar la enfermedad con seguridad, y además no existen tratamientos preventivos, por lo que lo único que se conseguiría sería provocar ansiedad a esa persona. Y un análisis de este tipo probablemente se reserva a familias en las que la enfermedad es realmente muy frecuente, pero un caso esporádico no significa mucho. Incluso se dan casos de gemelos en los que uno tiene la enfermedad y el otro no.
El hecho de que una persona tenga algún antecedente familiar de ELA no significa prácticamente nada. Incluso se dan casos de gemelos en los que uno tiene la enfermedad y el otro no
Células madre cerebrales para tratar enfermedades neurodegenerativas
Usted acaba de presentar en Burgos, en el marco del IV Encuentro Internacional de Personas con ELA, los datos de una investigación con células madre cerebrales que comenzó hace dos años en Italia. ¿En que consiste este estudio y cuáles son sus objetivos?
Es un estudio en fase I, un ensayo clínico aprobado. Se trata de una investigación realizada bajo rigurosos criterios científicos y éticos internacionales, que cuenta con la autorización del Instituto Superior de Sanidad y la Agencia Italiana del Medicamento, y de acuerdo a las normas de la EMA –la Agencia Europea del Medicamento–, y cuyo objetivo es valorar la seguridad del trasplante de estas células madre cerebrales, y además, lógicamente, comprobar también su eficacia para tratar la ELA.
El objetivo del ensayo en fase I con células madre cerebrales es verificar que la tecnología del trasplante no provoque problemas al paciente, y puedo afirmar que está funcionando muy bien
Hace dos años establecimos el protocolo con tres grupos de seis pacientes cada uno, en total 18 pacientes, y hemos trasplantado ya a los dos primeros grupos, y ahora en mayo comenzaremos con el tercer grupo, por lo que tenemos previsto finalizar toda la primera fase del experimento, la relativa a la seguridad del tratamiento, para octubre o noviembre de 2014.
La investigación se ha realizado con células madre cerebrales humanas, que hemos obtenido de fetos muertos por causas naturales, por lo tanto, no existen problemas éticos al respecto, y se trata de una investigación aprobada incluso por la iglesia católica. Se han obtenido, además, de un único donante, ya que tenemos una técnica que permite multiplicar las células, y se han conseguido las suficientes para todos estos pacientes. Las células se han trasplantado con muchísimo cuidado en la médula espinal, muy cerca de las neuronas que están muriendo, de forma que estas células madre cerebrales puedan proteger del daño tóxico a las neuronas enfermas y enviar también sustancias nutritivas que permitan su supervivencia. Lo que no es posible es recuperar las neuronas que ya han muerto.
El objetivo del ensayo en fase I es verificar que la tecnología del trasplante no provoque problemas al paciente, y puedo afirmar que está funcionando muy bien. En segundo lugar, queremos ver si es posible bloquear la enfermedad o, por lo menos, lentificar su progresión, porque se trata de una patología incurable.
¿Cree entonces que con el trasplante de células madre cerebrales se podría al menos detener el progreso de esta enfermedad?
Desgraciadamente no le puedo hablar de los resultados neurológicos porque estamos en las primeras etapas de la investigación con el primer grupo de pacientes. Son seis pacientes los que han recibido el trasplante al nivel de la médula espinal lumbar. El segundo grupo ha recibido el trasplante a nivel de la médula espinal cervical, que es muy peligroso porque ahí se encuentran los centros de la respiración, y en ambos grupos ha ido muy bien y no se ha producido ningún efecto colateral significativo, por lo que tenemos el permiso de proseguir con el tercer grupo y realizar el trasplante en ambas zonas de la médula, en pacientes que acaban de ser diagnosticados, y que presentan mejores condiciones, como una mejor función respiratoria. El objetivo sería hacerlo en julio, aunque no creo que sea posible antes de septiembre u octubre. Y una vez finalizada la investigación de fase I, si todo va como hasta ahora, podremos entonces solicitar que la investigación en fase II se extienda a un número de pacientes mucho mayor, e intentar comprobar también el efecto neurológico.
Las células se han obtenido de fetos muertos por causas naturales, por lo que no existen problemas éticos al respecto, y se trata de una investigación aprobada incluso por la iglesia católica
Si el resultado final del estudio es satisfactorio, ¿se podrían también tratar otras enfermedades neurodegenerativas con el mismo procedimiento?
Sí. De hecho, nosotros ya tenemos un banco con una gran cantidad de células madre cerebrales humanas que son de grado clínico, y es posible utilizarlas en todas las patologías neurológicas. Ahora estamos realizando una petición sobre la esclerosis múltiple, y también pensamos hacerlo con el párkinson y con la isquemia cerebral. Ese es nuestro proyecto, aprovechar los resultados de este ensayo para aplicarlos en el tratamiento de otras enfermedades neurodegenerativas. Se trata, además, de la única investigación de este tipo en el mundo sin ánimo de lucro, y que se realiza con células que no presentan ningún problema ético. Hubo una investigación similar a la nuestra en los años 90 para tratar el párkinson, pero con células que no eran exactamente células madre cerebrales, y sobre todo que procedían de abortos provocados, lo que supone un problema, lógicamente.