Diagnóstico de la fiebre amarilla
Actualizado: 28 de julio de 2022
Lo más importante para poder diagnosticar un caso de fiebre amarilla son los datos clínicos aportados por el paciente. Para ello, se le debe interrogar sobre viajes recientes a zonas endémicas de la enfermedad, y conocer si ha recibido la vacuna contra la fiebre amarilla. La vacunación tiene una eficacia preventiva próxima al 100%, por lo que la enfermedad es muy improbable en una persona correctamente vacunada.
En cuanto a las pruebas analíticas, se solicitará una hematología completa, en la cual, en caso de padecer fiebre amarilla, se puede observar una disminución de los glóbulos blancos (leucopenia) y un aumento del hematocrito por deshidratación. Asimismo, en la bioquímica se encontrarán elevadas la creatinina (lo que indica alteraciones en la función renal) y las pruebas de función hepática como las transaminasas y la bilirrubina. Las pruebas que indican cómo está la coagulación de la sangre se encuentran también alteradas, especialmente en los casos en los que se desarrolla un cuadro de fiebre hemorrágica.
Desde el punto de vista inmunológico se realizará la determinación de anticuerpos en sangre contra el virus, y en caso de infección se observará un aumento importante de los mismos, que puede llegar hasta cuatro veces los valores normales en un paciente que no ha recibido la vacuna de la fiebre amarilla.
Desde el punto de vista microbiológico el virus de la fiebre amarilla o bien su información genética (DNA o genoma) se puede detectar en tejidos, sangre o líquidos corporales.
Creado: 23 de abril de 2012