Se puede clasificar la hemocromatosis según su etiología en:
Hemocromatosis hereditaria o primaria
Se debe a una alteración genética que origina la mutación en un gen, lo que provoca una absorción del hierro en el tubo digestivo mayor de la que se produciría en condiciones normales.
Hemocromatosis adquirida o secundaria
En este caso la acumulación de hierro en los órganos se debe a diferentes causas:
- Transfusiones de sangre repetidas: algunas personas necesitan transfusiones sanguíneas múltiples para el tratamiento de las afecciones que padecen, y estas transfusiones aumentan los depósitos de hierro.
- Anemia hemolítica: los glóbulos rojos de los pacientes que sufren este tipo de anemia son destruidos, dejando en libertad el hierro, que tiende a depositarse en los tejidos.
- Enfermedades hepáticas: como la hepatitis C o la hepatopatía alcohólica).
- Alcoholismo crónico: algunas bebidas (por ejemplo el vino) aportan grandes cantidades de hierro cuando se consumen en abundancia.
- Déficit congénito de transferrina: la transferrina es la proteína encargada de trasportar el hierro y, cuando su nivel en el organismo es bajo o inexistente, el hierro se acumula en los tejidos en vez de viajar por la sangre. Esta deficiencia mejora cuando se realiza una transfusión de esta proteína.
- Aceruloplasminemia: la mutación en el gen de la ceruloplasmina provoca que el hierro se acumule en el hígado, el sistema nervioso central y los ojos.
- Ingesta excesiva de hierro: el consumo masivo de alimentos con fuerte carga férrica puede aumentar la absorción intestinal de este metal.
- Porfiria cutánea tarda: las personas con esta enfermedad presentan el gen de la hemocromatosis mutado.
- Complicación de la interveción quirúrgica de la desviación porto-cava.
- Hemocromatosis neonatal: causada por una grave insuficiencia hepática que afecta al feto cuando aún está en el útero.