Hidatidosis
La hidatidosis es una enfermedad parasitaria producida por un gusano, en ocasiones llamada la tenia del perro, y que se manifiesta con quistes en diversos órganos. Descubre sus peligros y cómo se aborda su contagio.

Síntomas de la hidatidosis

Por: Dra. Sari Arponen

Doctora en Medicina, especialista en Medicina Interna y experta en microbiota

Actualizado: 29 de julio de 2022

La mayoría de las infecciones por E. granulosus se producen en la infancia. La fase inicial de la infección es asintomática salvo que los quistes se localicen en órganos vitales. En la mitad de los casos la hidatidosis nunca llega a producir síntomas y se diagnostica de forma casual al realizar una prueba radiológica. En la edad adulta pueden aparecer diversos síntomas de equinococosis dependiendo de la localización y el tamaño de los quistes.

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Los órganos que con mayor frecuencia se afectan son el hígado (dos tercios de los casos) y los pulmones. También pueden aparecer en otros lugares como huesos, cerebro o corazón. En la mayoría de los casos solo hay un quiste en un órgano. En un 10-15% de los casos puede haber quistes en varios órganos.

En el hígado la resistencia del tejido sano es mayor y esto hace que el quiste crezca muy lento. Los quistes hepáticos pequeños (de menos de 10 cm) y calcificados no suelen dar síntomas. Sin embargo, un quiste hepático grande, de hasta 20 cm, puede producir problemas por efecto masa: dolor en la parte superior derecha del abdomen, náuseas, vómitos, molestias digestivas poco definidas, e incluso presencia de una masa que se puede tocar desde el exterior. Si el quiste se rompe hacia la vía biliar provoca inflamación y obstrucción de la vía biliar, o incluso pancreatitis aguda.

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Si la rotura de un quiste hepático es hacia la cavidad peritoneal del abdomen el cuadro que se produce puede ser muy grave, con una anafilaxia potencialmente mortal. En estos casos todo el abdomen se siembra por dentro con larvas del gusano. Si el quiste se rompe hacia arriba, el contenido del quiste puede ir a pulmón atravesando el diafragma. Además los quistes se pueden infectar con bacterias y llenarse de pus, provocando fiebre y dolor en la zona del hígado.

Los quistes pulmonares provocan dolor torácico, tos crónica –con o sin expulsión de material del interior del quiste–, expectoración sanguinolenta, neumonías y broncoespasmo.

En los huesos y los músculos los quistes se manifiestan por dolor, aparición de una masa y dificultades para la movilidad. En el hueso además se pueden producir fracturas patológicas.

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Mientras que la afectación del corazón, el cerebro, los riñones y los ojos provoca dolor y malfuncionamiento de los órganos afectados.

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