Dr. Manuel E. Patarroyo

Científico creador de la vacuna contra la malaria
El Dr. Patarroyo, que desarrolló la primera vacuna química contra la malaria, explica cómo su método permite conocer los puntos vulnerables de los microbios para que el sistema inmune los reconozca y destruya.
Dr. Manuel E. Patarroyo
“En la actualidad es fácil hacer la secuencia de nucleótidos de un nuevo virus o bacteria y reconocer sus moléculas esenciales, por lo que, al menos en teoría, estaríamos preparados para hacer frente a una hipotética pandemia”

28 de noviembre de 2013

El Dr. Manuel Elkin Patarroyo, que estima que su vacuna contra la malaria podría estar preparada para ser distribuida en un periodo aproximado de entre tres y cinco años, es un hombre afable y apasionado por su trabajo, que descubrió su vocación por la ciencia con tan solo nueve años, gracias a un tebeo que le regaló su padre en el que citaban a Louis Pasteur como un ‘descubridor de vacunas y benefactor de la humanidad’, y que le impactó de tal manera que decidió que también él quería salvar vidas dedicándose a la investigación. Patarroyo, que fundó el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios en la Universidad Nacional de Colombia, desarrolló la primera vacuna química contra la malaria hace 25 años, sigue perfeccionándola –comenzó con un 40% de efectividad, y en los últimos ensayos ya alcanza el 95%–, y afirma que el éxito de su metodología se basa en “conocer los puntos vulnerables del microbio, y tomarlos como diana para que el sistema inmune los reconozca y destruya”.

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Las vacunas han salvado millones de vidas, y eso es algo que está demostrado. ¿Por qué cree, entonces, que de un tiempo a esta parte han surgido grupos de detractores, y muchos padres son reticentes a vacunar a sus hijos contra algunas enfermedades?

Yo creo que están mal informados, desafortunadamente. Porque si uno pone en la balanza los efectos secundarios que puedan tener y los beneficios que suponen, es obvio hacia que lado se inclinaría. Por poner un ejemplo, se puede construir una autovía que tiene cierto peralte, y si el individuo no conoce bien el peralte, se sale de la autovía. En este caso, la culpa no es de la autovía, ni del que la construyó, la culpa es simple y llanamente de que los usuarios no estaban bien informados de que deberían reducir la velocidad en ese punto. Mi manera de pensar es que definitivamente hay personas que no están bien informadas, y están exponiendo a sus familias a un riesgo absolutamente innecesario, ya que las vacunas son lo más rentable desde el punto de vista de sufrimiento y vida. No hablemos del componente económico, pero desde el punto de vista de sufrimiento y vida de las personas, sí. Prevenir una enfermedad es el sueño de toda la medicina, toda, independientemente de que el problema sea de índole cardíaco, articular, cerebral, infeccioso…, lo que sea. El objetivo de la ciencia biomédica es prevenir el desarrollo de las enfermedades, y no hay nada más rentable –insisto– desde el punto de vista humano, que las vacunas. 

Las vacunas son lo más rentable desde el punto de vista de sufrimiento y vida

¿Por qué es tan difícil desarrollar vacunas contra ciertas patologías, como el VIH, el virus sincitial respiratorio o la malaria?

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Por la complejidad de esos microbios. Y también por la metodología que se había venido utilizando hasta ahora para desarrollar vacunas. La metodología que se utiliza hasta hoy en día, salvo la nuestra –y recalco, salvo la nuestra–, es mediante productos biológicos; es decir, que se toma el microbio que causa la enfermedad y se le mata o se le muta. Pero resulta que los microbios a lo largo de los últimos 100 millones de años han elaborado un mundo de mecanismos de evasión para impedir que el sistema inmunitario los reconozca y los destruya. Esto es absolutamente obvio. Por ello, nosotros adoptamos una metodología química, que consiste en conocer dónde están los puntos vulnerables del microbio para tomarlos como diana y hacer que el sistema inmune los reconozca, monte una respuesta, y los destruya, al destruir ese punto vulnerable.

Los microbios, a lo largo de los últimos 100 millones de años, han elaborado un mundo de mecanismos de evasión para impedir que el sistema inmunitario los reconozca y los destruya

¿Qué avance supone su vacuna de la malaria en el campo de la inmunología?

Las vacunas que se han elaborado tradicionalmente son biológicas, mientras que, gracias a la metodología que empleamos nosotros, como decía, hemos conseguido la primera vacuna química, y esto significa que se basa en el conocimiento de la química del microbio y su capacidad para infectar, por lo que supone un gran avance porque permite elaborar vacunas a la medida, mucho más efectivas aunque los microbios continúen mutando, porque se pueden adaptar a las características genéticas de las personas. Este método, además, se puede utilizar para confeccionar vacunas frente a otras muchas enfermedades infecciosas.

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¿Cómo ve usted el nivel de los investigadores y las investigaciones científicas en España?

Estupendo, y lo que hago es una súplica a los gobiernos, no solamente a éste, sino al pasado y al futuro que venga, para que definitivamente no haya recortes en investigación, y que si quieren recorten en carreteras, o en satélites, o en comodidades, lo cual es comprensible, pero en lo fundamental, que es el bienestar a través del conocimiento y la educación y la salud de la gente no se debe recortar; eso no se debe tocar jamás.

En lo fundamental, que es el bienestar a través del conocimiento y la educación, y la salud de la gente, no se debe recortar; eso no se debe tocar jamás

Yo le contaba a un periodista amigo que vine por primera vez a España en 1972, hace 40 años, y en esa época no había ninguna publicación científica en periódicos o en revistas serias o fuertes, potentes y reconocidas como Nature, Science… Sin embargo, hoy en día, pululan los artículos españoles en las grandes revistas de ciencia, y también existe una comunidad científica muy sólida, muy bien establecida, muy buena y muy reconocida. Y como digo yo, mire, no es que sean los cinco primeros, pero están dentro de los diez, sin lugar a dudas.

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Vocación, ciencia y religión

Muchos niños quieren ser bomberos, policías, actores… ¿cuándo decidió usted que quería dedicarse a la investigación y qué le incitó a ello?

A los nueve años, al igual que pasa con todos los niños, yo ya quería ser científico porque mi padre me regaló un tebeo que decía ‘Louis Pasteur, descubridor de vacunas, benefactor de la humanidad’, y eso me quedó grabado. Luego, viendo que yo me había interesado en eso, me regaló la vida de Robert Koch, que fue el descubridor del bacilo de la tuberculosis. Y luego me nutrió con el de Armauer Hansen que fue el descubridor de la bacteria de la lepra o el bacilo de la lepra. Y luego el de Ronald Ross, y así sucesivamente. Ese fue mi sueño de niño, y fui estableciendo justamente eso porque creo –estoy convencido– que las personas que nos realizamos en la vida somos aquellos que llevamos a cabo los sueños que teníamos de niños y de jóvenes.

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Tengo entendido que usted cree en Dios, entonces ¿ciencia y religión no son términos antagónicos?

No, qué va, absolutamente absurdo. Yo soy muy creyente, y es más, eso es un acto, no digo yo que de humildad, pero sí de reconocimiento de nuestra limitada capacidad. Yo trabajo con estructura tridimensional de macromoléculas, es decir, de moléculas grandísimas, y sé, en base a eso, dónde es que se localiza el espín del electrón de cada uno de los átomos, pero también sé el grado de incertidumbre que se tiene con la metodología actual para saber eso. Llegar y decir ‘es que no creo en Dios porque con los conocimientos que tengo…, eso es desconocer completamente nuestras limitaciones, de manera que yo no he tenido nunca jamás esa arrogancia de decir ‘yo, que soy científico, sé dónde diablos está sentado Dios, adentro o afuera, o no está’, eso no lo haré nunca.

Yo soy muy creyente. Y eso es un acto, no digo yo que de humildad, pero sí de reconocimiento de nuestra limitada capacidad

En algunas películas, como ‘Contagio’ (2011), se narra una hipotética enfermedad infecciosa con una alta tasa de mortalidad, que se extiende con mucha rapidez por todo el mundo. ¿Qué cree usted que hay de posible desde el punto de vista científico de que ocurra algo similar?, ¿estaría la ciencia preparada para afrontar un reto de ese tipo?

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Yo creo que se trata mucho más de Ciencia Ficción, que ciencia en ficción, que es diferente. En cuanto a lo que puede suceder realmente…, para empezar no todo el mundo tiene los receptores para esos microbios y, por consiguiente, la tal pandemia no llegaría a suceder en la forma universal. Puede que de pronto se transmita a algunos individuos en algunas zonas del mundo, que es lo que se considera pandemia, pero no a todos en todo el mundo. Eso es algo que es pura ciencia ficción. Realmente yo considero que hoy en día sí existiría una metodología para combatir esa situación hipotética, y nosotros hemos venido trabajando muy activamente en eso para poder identificar rápidamente las características de un nuevo virus, y en la actualidad es fácil hacer la secuencia de nucleótidos del virus o la bacteria, en cuestión de una semana, y con la metodología que nosotros hemos venido aplicando, reconocer cuáles son las moléculas esenciales y las partes fundamentales; eso es un proceso rapidísimo. Teóricamente, pues, estaríamos preparados para hacerle frente.

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