La onicomicosis raramente produce molestias a las personas que la padecen. A veces puede dar algún dolor leve, que puede cronificarse si la afectación es extensa. Además, es una puerta de acceso para diversos gérmenes que pueden producir otras infecciones como las celulitis.
El principal problema, sin embargo, es estético. Los síntomas de la onicomicosis son precisamente las alteraciones que presentan las uñas afectadas, que cambian de color y de forma, tomando un aspecto desagradable. Según el tipo de alteraciones se pueden dividir en varios grupos:
- Subungueal distal: esta es el tipo de afectación más común en el dedo gordo del pie. El borde libre de la uña comienza a ponerse amarillento y se engruesa. La superficie se vuelve más rugosa y puede fragmentarse.
- Subungueal proximal: se daña en primer lugar la raíz de la uña, por donde crece. Se ven zonas amarrillentas o blanquecinas que se desplazan hacia el extremo libre. Es un tipo raro de onicomicosis que se ve con más frecuencia en personas con sida.
- Blanca superficial: en este caso la infección comienza con un blanqueado de la superficie de la uña. Aparecen primero como pequeños puntos que después se unen y forman áreas más grandes.
- Melanoniquia: ese término quiere decir 'uña pigmentada' o 'uña marrón'. Es una forma muy rara de melanoniquia provocada por hongos diferentes al género Trichophyton. A veces la uña se vuelve tan oscura que hay que hacer diagnóstico diferencial con el melanoma y la hemorragia subungueal.
- Onicodistrofia: es en la mayoría de los casos el estadio final de todas las variantes de infección de la uña. Se llama así a la deformación total de la uña, que se vuelve muy engrosada, curvada, y se deshace en fragmentos con facilidad.