Diagnóstico de la peste
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
Para alcanzar el diagnóstico de peste lo más importante es la sospecha clínica. A las personas que tienen fiebre y ganglios linfáticos dolorosos y aumentados de tamaño hay que preguntarles si han viajado a zonas endémicas de peste, incluyendo el oeste de EE.UU. El contacto con un animal o roedor es una clave más para la sospecha.
En la analítica de un paciente con peste suele destacar el aumento de los glóbulos blancos. Es frecuente además que haya alteraciones de la coagulación. En los casos con afectación neumónica se puede observar neumonía progresiva en la radiografía de tórax que a menudo se puede cavitar (aparecen como agujeros en los pulmones).
El diagnóstico definitivo de peste se realiza por el aislamiento de Yersinia pestis en cultivo de una muestra del paciente (esputo, sangre, material aspirado de un bubón) con tinciones de Gram y Wayson. También se puede realizar un diagnóstico por serología (detección de anticuerpos en sangre frente a Yersinia Pestis). Es importante avisar al personal que manipule las muestras de un paciente con sospecha de peste para que lleven a cabo las precauciones adecuadas para evitar la transmisión en el laboratorio.
Hay cuadros que pueden dar síntomas similares a los de una peste bubónica. Por lo tanto, hay que realizar el diagnóstico diferencial con las siguientes entidades: la hernia inguinal incarcerada, el chancroide y el linfogranuloma venéreo (son dos enfermedades de transmisión sexual en los que los ganglios inguinales aumentan de tamaño y duelen), las infecciones cutáneas por bacterias del grupo de los estreptococos, la tularemia (una enfermedad infecciosa transmitida por garrapatas), las neumonías atípicas y la afectación por diversos tipo de Hantavirus.
Habitualmente el antecedente de estancia en una zona con presencia de peste en la fauna local es fundamental para sospechar peste.
Creado: 18 de diciembre de 2015