Resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina es un problema de salud frecuente, asociado a la obesidad y el sedentarismo, y que puede ser la antesala de la diabetes y otros problemas cardiovasculares. Descubre cómo prevenir su aparición.

Causas de la resistencia a la insulina

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

Aunque en la mayor parte de los casos no se reconoce una causa concreta como responsable del desarrollo de resistencia a la insulina, se han identificado algunos factores de riesgo que podrían influir en su aparición:

  • Factores genéticos: en algunos estudios se ha demostrado que pueden existir anomalías genéticas que condicionan que las personas con este síndrome presenten alteraciones en los propios receptores de la insulina, interfiriendo así en la conexión necesaria para ejecutar su acción una vez liberada del páncreas a la sangre y finalmente captada en los tejidos. Del mismo modo, otras teorías atribuyen a un mecanismo autoinmune la razón por la que la conexión entre la insulina y sus receptores no se lleve a cabo correctamente.
  • Sexo: a pesar de que la prevalencia de este trastorno es menor en la mujer, estas cifras tienden a igualarse con la disminución de los niveles de estrógenos en la menopausia y la distribución más centralizada de la grasa corporal, aumentando el porcentaje de mujeres afectadas.
  • Obesidad: la relación entre los depósitos de grasa en el abdomen y la resistencia a la insulina es un hecho demostrado. Aquí, las células grasas contrarrestan la acción de la insulina en el hígado liberando adipoquinas (factor de necrosis tumoral alfa, interleucina 6 y resistina) mediante un proceso inflamatorio, y provocan mayor producción de glucosa en éste, perpetuando un estímulo de aumento de insulina en sangre. Igualmente se va a favorecer el acúmulo de grasa en los músculos y menor captación de glucosa en ellos. Todo esto desencadena una intolerancia a la glucosa que puede desembocar en diabetes.
  • Dieta: durante los últimos años se ha relacionado el consumo de grasas saturadas y dietas ricas en sodio con el desarrollo de resistencia a la insulina, mientras que la dieta mediterránea se ha propuesto como un factor protector. También se postula que la ingesta total de calorias por día sea un factor inductor más que las propias grasas.
  • Sedentarismo: de la misma manera que la obesidad, el depósito de ácidos grasos en el tejido adiposo abdominal es un hecho relacionado con el individuo sedentario, mientras que la práctica habitual de ejercicio físico evita este mecanismo de acción y, por tanto, el desarrollo de resistencia insulínica mediante la disminución de la grasa abdominal.
  • Fármacos: el ejemplo más representativo es la cortisona o alguno de sus derivados (corticoides), empleados en el tratamiento de numerosas enfermedades, y que pueden condicionar en tratamientos crónicos la aparición de resistencia a la insulina.

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