Los síntomas de la sarna o escabiosis comienzan a aparecer entre tres y seis semanas después del contagio. Si es la segunda vez que se sufre un episodio de sarna los síntomas aparecerán mucho antes (en menos de una semana). Los síntomas iniciales son:
- Picor: es el síntoma principal y el más conocido de la sarna; de hecho, cuando todas los miembros de una familia comienzan a sentir picor al mismo tiempo, es casi seguro que se deba a la sarna. En un primer momento el ácaro no provoca picor, pero cuando comienza a invadir la piel nuestro cuerpo comienza a sensibilizarse, y días después se defiende con una reacción alérgica. Este mecanismo se ha estudiado en relación a la alergia a los ácaros. Al principio el picor es localizado, sólo se siente en las zonas donde se encuentra el parásito, pero más tarde pica todo el cuerpo. Aumenta por la noche, o cuando se está muy abrigado, ya que el ácaro está más activo con temperaturas altas.
- Lesiones primarias: son las alteraciones que provoca el propio parásito. Lo más frecuente es encontrar en la piel surcos finos de color grisáceo (como si estuviesen dibujadas por un lápiz) que terminan en un punto más ancho, esas son las manifestaciones de los túneles y la eminencia acarina que forma el ácaro. El parásito suele invadir las zonas de la piel con poco pelo, los lugares más frecuentes son los antebrazos, las muñecas y la piel de entre los dedos de la mano. En los bebés y niños pequeños la piel es más fina, así que se puede encontrar al parásito en palmas, plantas, y hasta en el cuero cabelludo.
- Lesiones secundarias: son las alteraciones de la piel que se producen a consecuencia de tener la sarna, pero no directamente por el parásito. Las más importantes son:
- Vesículas: son bultos llenos de líquido que se forman por la alergia de nuestro cuerpo hacia el parásito. Son muy pequeños, como la punta de un lapicero. Los lugares donde aparecen con más frecuencia son los glúteos, los muslos y alrededor del ombligo.
- Nódulos rojizos: también aparecen como consecuencia de la alergia, son más grandes (hasta dos centímetros de diámetro), y tienen un color pardo-rojizo. Se encuentran en las ingles, axilas y espalda. En ocasiones hace falta extirparlos con cirugía porque duran mucho tiempo después de que se haya curado la sarna.
- Liquenificación de la piel: cuando una persona se rasca constantemente para aliviar el picor, la piel se defiende volviéndose más gruesa y se parece al líquen, de ahí este nombre. Cuando ya no hay más rascado la piel volverá a su estado normal.
- Heridas: el mismo rascado de la piel puede provocar pequeñas heridas en la piel. Al romperse esta barrera natural, las bacterias pueden aprovecharlo para provocar infecciones como el impétigo, la celulitis, la foliculitis, etcétera.
Hay un tipo especial de sarna o escabiosis que se conoce como la sarna noruega (también llamada sarna costrosa o hiperqueratósica). Esta enfermedad se descubrió en 1848 en Noruega y afectaba a pacientes muy enfermos, principalmente con un sistema inmune muy débil. Hoy en día afecta principalmente a enfermos de sida. Es muy diferente a la sarna común; en este caso, el picor no existe y zonas amplias de la piel se afectan apareciendo escamas grisáceas, con un aspecto parecido al de la psoriasis. Debajo de estas escamas hay miles de ácaros, por lo que este tipo de sarna se puede contagiar hasta por el aire. Suelen aparecer ganglios inflamados y muchas alteraciones en la analítica sanguínea.
Otro problema que puede surgir en las personas que han sufrido sarna es la escabiofobia. Esta enfermedad aparece después de haberse curado de sarna y consiste en creer que siguen infectados a pesar del tratamiento. Es más frecuente en personas que habían tenido alguna enfermedad psiquiátrica antes.