La sepsis es una respuesta del cuerpo a una infección que puede llevar a una serie de problemas graves y potencialmente mortales si no se trata de manera oportuna. De ahí que sea crucial identificarla rápidamente para iniciar el tratamiento adecuado. Cuando se produce una sepsis se pueden ver dañados la gran mayoría de los órganos del cuerpo, por lo que la clínica es muy variada. Pueden aparecer, entre otros muchos, los siguientes síntomas de sepsis:
- Fiebre: es un síntoma muy frecuente, pero en algunas ocasiones puede no estar presente o incluso existir hipotermia.
- Síntomas cardiológicos: entre otras manifestaciones es frecuente que disminuya la cantidad de sangre bombeada por el corazón, lo que produce una disminución del aporte sanguíneo a los diferentes órganos, con los graves riesgos que ello conlleva. Para intentar compensar esta situación el corazón late más deprisa para bombear más sangre, produciéndose taquicardia (más de 100 latidos por minuto).
- Síntomas respiratorios: la sepsis puede llevar a la insuficiencia respiratoria, lo que puede causar dificultad para respirar y una frecuencia respiratoria más rápida de lo normal.
- Síntomas neurológicos: no es raro, sobre todo en pacientes ancianos, que aparezca confusión, agitación, desorientación o disminución del nivel de conciencia o dificultades para concentrarse. Esto puede incluir somnolencia extrema.
- Síntomas hematológicos: dado que la sepsis es consecuencia de una infección por un microorganismo, lo normal es que haya un aumento de los glóbulos blancos en la sangre (ante cualquier infección, se produce un aumento de los glóbulos blancos, que tienen una función defensiva). Si su número está disminuido, indica mal pronóstico. También es frecuente que haya una reducción del número de plaquetas y alteraciones en la coagulación sanguínea, produciéndose sangrados o formándose trombos, que aumentan el riesgo de complicaciones.
- Síntomas endocrinos: puede haber un aumento de la glucosa en sangre, u otras afectaciones hormonales, como consecuencia de la respuesta inflamatoria que se desencadena por la infección.
- Síntomas renales: en la sepsis el riñón también se va a ver afectado. Al disminuir la cantidad de sangre que llega al riñón bombeada por el corazón, éste disminuye su función y, por tanto, disminuye la cantidad de orina que se forma. En términos médicos, esto se conoce como oliguria.
- Síntomas digestivos: es frecuente que en la sepsis se produzca daño en el hígado, produciéndose elevación de las enzimas hepáticas. También se puede producir ictericia (por acumulación de bilirrubina), lo que produce una coloración amarillenta de la piel.
- Manifestaciones cutáneas: son muy variadas, produciéndose desde frialdad en la piel hasta erupciones cutáneas o lesiones hemorrágicas. Pueden aparecer manchas rojas o moradas en la piel debido a la mala circulación sanguínea.
- Presión arterial baja: la sepsis puede provocar una disminución significativa de la presión arterial, lo que se conoce como shock séptico. Esto puede resultar en una falta de oxígeno en los órganos vitales.
Por todo ello, es esencial identificar la sepsis lo antes posible debido a su rápida progresión y alto riesgo de complicaciones graves. Si no se trata adecuadamente, puede llevar a daño en los órganos (como insuficiencia renal, hepática o pulmonar), coágulos sanguíneos, gangrena y, en casos extremos, la muerte.
Si se sospecha de sepsis o si alguien muestra síntomas de sepsis, se debe buscar atención médica de emergencia de inmediato. La identificación y el tratamiento oportunos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte en estos casos.