José Ciércoles Prado
17 de septiembre de 2015
El 23 de septiembre se celebra el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, también denominado Enfermedad de Willis Ekbom, que se caracteriza por una inexorable necesidad de mover las piernas que se acompaña de dolor o ‘quemazón’ en dichas extremidades, según la descripción de los afectados por el trastorno. Estos síntomas suelen aparecer a media tarde o por la noche y se agravan con el reposo dificultando el descanso nocturno, de forma que a las molestias físicas se añaden las consecuencias negativas que la falta de un sueño reparador tiene sobre la vida del paciente. José Ciércoles Prado, supervisor general de enfermería en el Hospital Universitario La Paz, de Madrid, y autor de la Guía de Cuidados de Enfermería en el Síndrome de Piernas Inquietas, nos habla sobre esta patología y los tratamientos y hábitos que ayudan a disminuir la intensidad y frecuencia de los síntomas.
¿A quién afecta el síndrome de piernas inquietas (SPI) o Enfermedad de Willis Ekbom?
La prevalencia de la Enfermedad de Willis Ekbom o síndrome de piernas inquietas en Europa y Estados Unidos está entre el 5% y el 10% de la población; si comparamos su incidencia con la de otras enfermedades neurológicas comprenderemos la importancia de esta patología.
Suele ser más frecuente en mujeres que en hombres, e incluso en algunos estudios llegan a duplicar la prevalencia.
Entre un 30 y un 63% de los pacientes con síndrome de piernas inquietas tienen antecedentes familiares, y existen cuatro genes que confieren un mayor riesgo de padecer la enfermedad
¿Se conocen las causas del síndrome de piernas inquietas o los factores de riesgo que pueden predisponer a sufrir este trastorno?
En la mayoría de los casos se desconoce la causa de la Enfermedad de Willis Ekbom (origen idiopático). Los familiares de primer grado de los pacientes con la Enfermedad de Willis Ekbom es muy probable que estén afectados por dicha patología; entre un 30 y un 63% tienen antecedentes familiares, y existen cuatro genes que confieren un mayor riesgo de padecer la enfermedad, con 10 alelos específicos asociados a los genes.
El SPI puede aparecer a cualquier edad, aunque su prevalencia suele aumentar con los años. En los niños es difícil de diagnosticar y se suele confundir con el síndrome de hiperactividad.
La Enfermedad de Willis Ekbom es frecuente en el embarazo, sobre todo en el tercer trimestre (25%), y también se ha asociado a déficit de hierro, artritis reumatoide e insuficiencia renal crónica.
El síndrome de piernas inquietas también puede ser inducido por la ingesta de ciertos fármacos, como los antidepresivos (tricíclicos, ISRS), el litio, o los antidopaminérgicos.
¿Es posible tener un episodio aislado de SPI, o una vez que se manifiesta el síndrome los síntomas se repiten periódicamente?
Una de las características de la Enfermedad de Willis Ekbom es su gran variabilidad clínica. Muchos pacientes tienen formas muy leves y con escasa repercusión en sus vidas, de manera que no precisan acudir al médico para buscar alivio de sus síntomas y pueden pensar que han tenido un episodio aislado. En otros casos la enfermedad remite durante un periodo de tiempo para luego volver a mostrar los síntomas, y en algunos pacientes la enfermedad no remite.
¿Cuáles son las complicaciones para la salud de los afectados por el síndrome de piernas inquietas?
La Enfermedad de Willis Ekbom afecta a la vida diaria de los pacientes, tanto en el ámbito familiar, como social y laboral, aumentando incluso la posibilidad de que se produzcan accidentes, entre otros laborales, por falta de descanso o por falta de atención y concentración. Según el Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y el sueño de la Sociedad Española de Neurología, conducir con somnolencia, como les puede ocurrir a los afectados por SPI, multiplica por siete el riesgo de sufrir un accidente de tráfico.
Tratamiento del SPI y consejos para reducir los síntomas
¿Cuál es el tratamiento para el SPI? ¿Es el mismo en todos los casos?
Lógicamente el tratamiento lo va a pautar un médico, preferiblemente un neurólogo, aunque el personal de enfermería también debe conocer las terapias disponibles y sus posibles efectos secundarios para poder informar a sus pacientes de las dosis y de los efectos adversos.
El tratamiento principal y de primera línea del síndrome de piernas inquietas o Enfermedad de Willis Ekbom se realiza mediante agentes dopaminérgicos: básicamente agonistas receptores de dopamina, como son el pramipexol, el ropirinol (por vía oral) y la rotigotina (por vía transdérmica). Todos estos fármacos son de prescripción médica y suelen recetarse en dosis bajas, e ir incrementándose muy lentamente, con el objetivo de disminuir los posibles efectos secundarios, como las náuseas y la hipotensión.
Los fármacos que se usan para tratar el SPI suelen recetarse en dosis bajas, e incrementarse muy lentamente, para reducir así los posibles efectos secundarios como las náuseas y la hipotensión
Otros medicamentos que se emplean para tratar este síndrome son las benzodiacepinas, los antiepilépticos, y los opiáceos. En caso de que el paciente presente déficit de hierro se le debe administrar un tratamiento suplementario.
¿Se puede curar totalmente el síndrome, o es necesario medicarse de por vida para evitar los síntomas?
Generalmente el síndrome de piernas inquietas es una enfermedad que dura toda la vida y que no tiene cura. Los síntomas pueden empeorar gradualmente con la edad, aunque esto ocurre más lentamente en aquellos pacientes con la forma idiopática de la Enfermedad de Willis Ekbom que en los enfermos que también sufren de alguna afección médica asociada. No obstante, las terapias actuales pueden controlar el trastorno, disminuyendo los síntomas y aumentando los períodos de sueño reparador. Además, algunos pacientes tienen remisiones –período en que los síntomas disminuyen o desaparecen por días, semanas o meses–, aunque los síntomas generalmente reaparecen eventualmente.
¿Se han producido algún avance significativo en el tratamiento del SPI?
Hay un nuevo fármaco, gabapentina enacarbyl, que está comercializado desde 2011 en EEUU y Japón, y estará disponible por primera vez en Europa en el marco de un estudio de investigación que comenzará en breve en Madrid.
Recomendamos que los pacientes con el síndrome no luchen contra el cuadro, porque si se intenta suprimir la necesidad de moverse pueden empeorar los síntomas
Además de seguir el tratamiento prescrito por su médico, ¿qué pueden hacer los pacientes para reducir la intensidad de los síntomas o el número de episodios?
Conjuntamente con los cuidados de enfermería podemos dividir el tratamiento no farmacológico en dos partes: una serie de medidas encaminadas a actuar sobre la enfermedad propiamente dicha, y otras dirigidas a actuar sobre el insomnio y otros trastornos del sueño. Podemos utilizar medidas preventivas y proponer cambios de estilo de vida a los pacientes con síntomas de leves a moderados que consiguen aliviarlos e incluso eliminarlos.
A los pacientes que sean fumadores reducir el consumo de tabaco les puede proporcionar un alivio, y los síntomas también mejoran disminuyendo la ingesta de café u otras sustancias excitantes. En algunos casos los pacientes también logran dormir mejor practicando un ligero ejercicio físico, aunque no es recomendable hacerlo después de las 20,00 o 21,00 horas. Y si el ejercicio se combina con terapias complementarias como yoga, tai chi, musicoterapia, aromaterapia…, generalmente se obtienen buenos resultados.
El uso de técnicas de relajación progresiva es beneficioso, por lo que se aconseja el aprendizaje a los pacientes. Algunos también mejoran con baños de agua, que puede ser agua fría o caliente, y en algunos casos los síntomas remiten con un ligero masaje. Recomendamos que los pacientes con el síndrome que no luchen contra el cuadro, porque si se intenta suprimir la necesidad de moverse pueden empeorar los síntomas.
En los casos en que la Enfermedad de Willis Ekbom esté relacionada con un déficit de hierro, magnesio, ácido fólico, o vitamina B12, conviene dar un aporte suplementario en la dieta.