Síndrome de piernas inquietas
El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico que produce un sinfín de reacciones molestas, sobre todo en las extremidades inferiores, que hace que el afectado no pueda dejar de moverlas. Te damos consejos para controlarlo.

Tratamiento del síndrome de piernas inquietas

Por: Carmen Moreno

Periodista especializada en Salud, Embarazo, Infancia y Tercera Edad

Por: Esperanza López Maquieira

Vicepresidenta de la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI)

Actualizado: 28 de junio de 2022

En el último lustro se ha producido un gran avance en el tratamiento del síndrome de piernas inquietas (SPI), gracias sobre todo al empleo de agentes dopaminérgicos, que actúan sustituyendo a la dopamina, una sustancia del cerebro relacionada con el control del movimiento, y que no se genera correctamente en las personas que tienen SPI.

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El 5% de los pacientes con síndrome de piernas inquietas precisan tratamiento. Se trata de aquellos que sufren los síntomas propios de esta patología más de tres veces por semana. Los especialistas suelen prescribirlos en dosis bajas y las van incrementado en función de las necesidades, aunque siempre de forma dosificada para evitar posibles efectos secundarios, como náuseas, hipotensión

Las primeras soluciones terapéuticas que surgieron se tomaban por vía oral y se centraban específicamente en el control de las crisis nocturnas. Sin embargo, tras comprobarse que gran parte de los diagnosticados con SPI (en grado moderado a severo) seguían presentando crisis sintomáticas durante el día a pesar de haber seguido tratamiento durante una media de tres años, se hizo evidente que es necesario buscar nuevas terapias que permitan controlar la enfermedad durante todo el día.

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En este contexto, surge un nuevo fármaco en forma de parche, seguro y eficaz, para el tratamiento de los síntomas del SPI, que permite la liberación continua de agentes dopaminérgicos durante las 24 horas del día, reduciendo tanto los síntomas diurnos como los nocturnos. Además, ayuda en gran parte a rebajar el estado de ansiedad e impotencia de muchos pacientes y mejora el cumplimiento terapéutico.

Por otro lado, en algunos pacientes también puede ser necesario la implementación de suplementos de hierro –siempre que sean prescritos por su médico– si el SPI puede deberse a alguna afección subyacente por su déficit.

Otros fármacos empleados para los síntomas del SPI son los analgésicos, los sedantes para aliviar los síntomas nocturnos, y anticonvulsivantes.

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