Síndrome metabólico
Obesidad, glucosa alterada, colesterol alto, triglicéridos y presión elevada, este peligroso cóctel, conocido como síndrome metabólico, deriva en diabetes o enfermedades cardiovasculares y afecta cada vez a más personas. Aprende cómo evitarlo.

Causas del síndrome metabólico

Por: José Antonio Casasnovas Lenguas

Coordinador de la Unidad de Investigación Cardiovascular de Aragón y Belén Moreno Franco, nutricionista

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

No está bien establecido aun hoy la causa íntima que desencadena el desarrollo del síndrome metabólico. No obstante, su principal pilar se asienta sobre la resistencia a la insulina.

Pero se atribuye una causalidad muy directa a la obesidad, si bien ambas van estrechamente ligadas. Se postula que la obesidad, concretamente el acumulo de grasa abdominal, es un factor determinante para su desarrollo, puesto que traduce un incremento de grasa a nivel de determinadas vísceras, de los músculos y en el hígado. Esta grasa está mediada por la actividad de las adipoquinas que son unas sustancias químicas que además inducen la activación de una situación inflamatoria y favorecedora de trombos. Este fenómeno desencadenará secundariamente el aumento de insulina (hiperinsulinismo), resistencia a la acción de esta en los tejidos, y una alteración de las propiedades que poseen los vasos sanguíneos para evitar la formación  de placas de ateroma y trombos. 

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En algunos trabajos científicos se postula que la adiponectina concretamente se halla disminuida en este síndrome, asociándose a una disminución del colesterol HDL (encargado de “limpiar” la grasa sobrante de la circulación) y una elevación del colesterol LDL (que transporta las partículas grasas a las arterias y produce depósitos en las vísceras).

Toda esta cascada de acontecimientos se produce en las personas con una serie de factores de riesgo entre los que se reconocen los siguientes:

  • Factores genéticos. Aunque no pueda reconocerse claramente mediante un método diagnóstico, se establece esta relación entre los miembros de una misma familia con este trastorno.
  • Factores ambientales. Es indudable que la alimentación de la sociedad occidental mediante el consumo de comida rápida, exceso de grasas animales e hidratos de carbono contribuyen a la formación de este proceso.
  • Sedentarismo. La falta de actividad física es una pieza clave junto a la sobrealimentación o mala alimentación, pues el equilibrio calórico se pierde originándose una situación de exceso de tejido adiposo abdominal y el resto de circunstancias metabólicas que se han detallado.

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