Para evitar esta enfermedad, lo mejor es conocer sus mecanismos de transmisión y, ante cualquier duda, someterse a la prueba de detección del VIH, porque un diagnóstico precoz siempre mejora el pronóstico del sida.
El sida es una enfermedad mortal si no se aplica algún tratamiento. La muerte se produce generalmente por neumonías, enfermedades neurológicas, o diferentes tipos de cáncer.
La esperanza de vida de una persona con sida, aunque ha aumentado mucho en los últimos años, aún no se asemeja a la de una persona sana. Sin embargo, la terapia antirretroviral altamente activa ha conseguido incrementar el tiempo de vida de las personas con VIH, y se ha podido constatar que si los niveles de VIH permanecen inhibidos y el conteo de CD4 se mantiene alto (superior a 200 células/mm3), se puede prolongar y mejorar notablemente el pronóstico y la vida del enfermo.
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Detectar y tratar adecuadamente la enfermedad es imprescindible para aumentar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes. Así, el 15% de los bebés con sida no tratados desarrollan síntomas graves y mueren antes del primer año de vida, mientras que el 95% de los niños con sida tratados sobrevive hasta los 16 años como mínimo.
Algunas recomendaciones para mejorar el pronóstico
Aunque todavía no se pueda erradicar el sida, sí se puede aprender a vivir lo mejor posible con la enfermedad, y alargar así la esperanza de vida.
Aceptar la realidad es el primer paso para combatir la enfermedad. Si cree que ha estado en situación de riesgo, lo mejor es que se realice la prueba del VIH.
Hable con su médico y pida la información que necesite para seguir su tratamiento y los hábitos de vida que más le convienen.
No pierda la ilusión ni suspenda sus planes. La vida continúa también para usted.
Mantenga una actitud positiva. Preocuparse demasiado puede generarle ansiedad y estrés y perjudicar su sistema inmunitario. Procure relajarse y realizar actividades que le resulten placenteras en compañía de sus seres queridos.
Si necesita ayuda, no dude en pedirla, ni la rechace cuando se la ofrezcan.
Practique ejercicio en la medida de sus posibilidades.
Procure dormir ocho horas diarias y descanse siempre que se encuentre fatigado.
No deje de comer y siga una dieta equilibrada. Una buena nutrición forma parte del tratamiento para luchar contra la enfermedad y las complicaciones asociadas.
Debe tomar solo aquellos medicamentos que le recomiende su médico, y consultarle siempre ante un nuevo síntoma en vez de automedicarse. No olvide que los efectos secundarios de los fármacos pueden perjudicar su salud e influir negativamente sobre su alimentación.
Deje de fumar y evite el consumo de alcohol. Fumar debilita el sistema inmunológico y favorece la aparición de infecciones. El alcohol, además de perjudicar el hígado, provoca la pérdida de vitaminas en el organismo.