Síndrome metabólico
Obesidad, glucosa alterada, colesterol alto, triglicéridos y presión elevada, este peligroso cóctel, conocido como síndrome metabólico, deriva en diabetes o enfermedades cardiovasculares y afecta cada vez a más personas. Aprende cómo evitarlo.

Prevención y tratamiento del síndrome metabólico

Por: José Antonio Casasnovas Lenguas

Coordinador de la Unidad de Investigación Cardiovascular de Aragón y Belén Moreno Franco, nutricionista

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

Podemos evitar el síndrome metabólico a través de la prevención cardiovascular con mayúsculas, así, mediante el abordaje de todos los elementos del estilo de vida del sujeto y de sus diferentes características de riesgo se consigue la mejor herramienta para prevenir su desarrollo.

Es positivo y alentador saber que esta epidemia puede prevenirse con eficacia si actuamos contra aquellos factores de riesgo que hoy conocemos bien y que, sabemos, son los causantes del deterioro de nuestras arterias. Tanto es así, que importantes expertos en epidemiología cardiovascular han publicado con insistencia en los últimos años que, desarrollando bien esta prevención, conseguiríamos disminuir en un 80-90% las enfermedades cardiovasculares, esto es, asistir casi a su desaparición en nuestro país.

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Tratamiento del síndrome metabólico

El tratamiento para las diferentes alteraciones que constituyen el síndrome metabólico debe ser multifactorial y actuar sobre todos los factores de riesgo asociados. El denominador común en todas ellas debe ser un estilo de vida saludable, con un abandono del hábito tabáquico, un incremento de la actividad física y una restricción calórica en la dieta, que ayude a la pérdida de peso y derive finalmente en la normalización de los diferentes parámetros afectados.

Pérdida de peso

Una pérdida de peso moderada (10%) contribuye a la normalización de la presión arterial, a una disminución de los niveles de lípidos en sangre y al control de la glucemia, así como a una mejora en la resistencia a la insulina del paciente.

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La realización de ejercicio físico moderado contribuirá así mismo a la consecución de esta pérdida de peso, además de producir mejoras en la capacidad funcional del individuo. No obstante, cuando las modificaciones higiénico-dietéticas en la vida del sujeto no son suficientes, la pauta farmacológica se hace indispensable en el control de los diferentes parámetros afectados.

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