Exámenes rutinarios de salud en la tercera edad
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
Aunque depende en gran medida de la edad, el sexo, el historial médico y el estado de salud de cada persona, hay determinadas pruebas médicas que los adultos mayores deben hacerse con regularidad a partir de los 50 o 55 años. El objetivo de estos controles rutinarios es prevenir o detectar a tiempo diferentes problemas de salud graves que pueden pasar desapercibidos, tanto para el afectado, como para el médico, por no tener una sintomatología llamativa, o porque sus manifestaciones se asocian al paso de los años y no le damos la importancia que tienen, como puede ser la tensión alta, un índice glucémico elevado o la pérdida auditiva o de visión.
Estos son los 12 exámenes rutinarios clave que debes pasar para asegurarte de tener una buena salud llegados a la tercera edad. Toma nota de cuáles y a qué edad o cada cuánto tiempo debes hacértelos:
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Analítica de sangre y de orina
Es recomendable hacerse un análisis de sangre al menos una vez al año. Dependiendo de las características de cada persona, el médico indicará ciertos parámetros que se deben medir en el examen, pero por lo general, tanto en el caso de los hombres, como en el de las mujeres, deben medirse:
- Hematología: donde se incluye el hemograma, la fórmula leucocitaria y la velocidad de sedimentación; es decir, el estado de nuestros glóbulos rojos y blancos.
- Bioquimíca: en el análisis bioquímico se recogen los niveles de glucosa, ácido úrico, colesterol total, colesterol HDL y LDL, bilirrubina, creatinina, triglicéridos, fosfatasa alcalina y proteínas totales.
- Análisis de orina: se estudian elementos anormales como el pH, la densidad de la orina, la glucosa, las proteínas y el sedimento.
En el caso de los hombres se pedirá también el valor PSA (antígeno prostático específico) que es la proteína que producen tanto las células normales como las malignas de la glándula prostática. Aunque sería necesario realizar más pruebas, puede ser la primera señal de la presencia de un cáncer de próstata.
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Medición de la presión arterial
En la tercera edad la medición de la presión arterial constituye una prueba rutinaria que se suele realizar siempre que se acude a la consulta del médico, aunque también puedes tomártela en tu farmacia de confianza o en tu propia casa si dispones del material adecuado para ello.
En la esfigmomanometría se comprueba la presión sistólica, que debe estar entre 130 y 139mmHg, y la diastólica, cuyo rango debe encontrarse entre 80 y 89mmHg. Si estas mediciones dan un resultado superior a lo recomendable el médico indicará el procedimiento a seguir, con revisiones más seguidas, y en el caso de que sea necesario prescribirá el tratamiento farmacológico más adecuado para el paciente, así como otros consejos sobre dieta, ejercicio y estilo de vida.
Las personas que presentan otros problemas de salud, como diabetes o alguna enfermedad cardiovascular o renal, entre otras, necesitarán medirse la presión arterial con cierta frecuencia, incluso a diario en su casa con la ayuda de un tensiómetro, o en una farmacia.
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Examen colorrectal como prevención del cáncer de colon
A partir de los 65 años hay que someterse a este examen cada año con el fin de detectar el cáncer colorrectal precozmente, ya que es un tipo de cáncer que no siempre muestra señales evidentes de su existencia y que si se diagnostica en sus fases iniciales alcanza una tasa de curación del 90%.
La prueba por excelencia para la prevención del cáncer de colon es la colonoscopia, con la que se puede ver de forma directa el intestino grueso, e incluso la última parte del intestino delgado si fuera necesario. Se debe comenzar a hacer a partir de los 50 años y repetirla cada cinco años. Aunque puede ser una prueba incómoda para el paciente, es la más efectiva porque además de ser diagnóstica y ofrecer la posibilidad de detectar un problema, con ella también es posible tratar la fase primaria del cáncer al permitir extirpar pólipos en el momento de la exploración.
Existen otras pruebas que también pueden ayudar a prevenir problemas colorrectales como el test en sangre Septina 9, el test de sangre oculta en heces, la colonoscopia virtual o el cribado celular en heces, pero estas no suelen realizarse de forma rutinaria, a excepción del test de sangre oculta en heces que se recomienda con periodicidad anual a la población mayor de 50 años o con factores de riesgo para desarrollar esta neoplasia, como antecedentes familiares o pólipos.
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Examen para comprobar el estado del corazón
Para poder detectar problemas cardíacos o alguna alteración metabólica, es recomendable que los adultos mayores con factores de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares, como aquellos que fuman y toman bebidas alcohólicas, los que presentan sobrepeso u obesidad, o tienen hipertensión arterial, diabetes tipo 2, colesterol alto, o antecedentes familiares de patología cardíaca, y especialmente los que hayan sufrido algún accidente cardiovascular previo, se realicen cada año un electrocardiograma.
Las personas sanas mayores de 60 años que no presentan algún tipo de señal alarmante, como tensión alta, dolor en el pecho, cansancio excesivo o desmayos, entre otras, pueden realizársela con menor periodicidad, cada dos o tres años, como medida de prevención.
A través del electrocardiograma se puede comprobar la actividad eléctrica del corazón y comprobar si existe alguna alteración. En este examen se mide el ritmo cardiaco, con qué regularidad late el corazón, el tamaño de este órgano y en qué estado se encuentran las aurículas y los ventrículos.
Se trata de un procedimiento muy sencillo e indoloro al que se puede someter todo el mundo, pero es necesario que sus resultados se analicen por parte de un especialista acompañados del historial del paciente y los resultados de otras pruebas para poder diagnosticar alguna anomalía cardíaca, una arritmia, el agrandamiento del corazón, o el deterioro del miocardio, entre otros posibles problemas.
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Visita rutinaria al dentista
Aunque todas las personas deberían ir al dentista al menos una vez al año, esta recomendación es aún más importante en el caso de los adultos mayores de 50 años que ya suelen tener alguna pieza postiza de la dentadura, prótesis, empastes, etcétera.
En esta visita se lleva a cabo un examen general de la boca, una limpieza, e incluso se puede pedir la realización de una radiografía para comprobar la calidad del hueso interno con el objetivo de anteponerse a la pérdida de una pieza u otros problemas. En la consulta de odontología también se determinará si hay que hacer alguna intervención o renovar implantes o la dentadura postiza si la hubiera.
Además, no debemos olvidar que el odontólogo es el profesional sanitario que suele detectar las primeras señales de un cáncer en la cavidad oral, por ello es importante que cada año examine la boca en busca de una anomalía que indique la necesidad de realizar una biopsia. Esto es especialmente importante entre las personas fumadoras o que consumen alcohol, y en las que tienen antecedentes de cáncer en la boca.
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Revisión ocular
No debemos esperar a notar algún problema en la visión para acudir a la consulta del oftalmólogo, sino que lo recomendable es acudir en periodos comprendidos entre uno y dos años para prevenir tanto trastornos oculares leves, como graves. Las revisiones deben comenzar en la infancia, a partir de los cuatro años de edad (si antes no se ha apreciado ningún problema), por lo que es algo que debe mantenerse durante toda la vida. En jóvenes y adultos (entre 20 y 40 años) la periodicidad puede alargarse, ya que en estas edades la graduación tiende a estabilizarse, pero a partir de los 40-45 años todas las personas deberían hacerse una revisión anual.
Pérdidas de visión y otros daños importantes causados por distintas enfermedades en los ojos, como el glaucoma, daños en la retina o DMAE (degeneración macular asociada a la edad), se pueden evitar con una visita al médico a tiempo. Entre las personas mayores es importante mantener esta frecuencia de visitas al óptico optometrista aunque no utilicen gafas ni hayan tenido problemas oculares, porque según van pasando los años aumentan las probabilidades de sufrir alguna de estas patologías, especialmente quienes presentan:
- Diabetes.
- Factores de riesgo de glaucoma (presión ocular alta, antecedentes familiares, ser mayor de 60 años, anomalías en el nervio óptico, tener la córnea delgada).
- Antecedentes familiares de problemas oculares.
- Visión borrosa.
- Tensión ocular alta.
- Visión de destellos.
- Visión de moscas volantes.
- Pérdida de una parte del campo de visión.
En estas visitas hay que comunicarle al especialista cualquier problema, y no omitirlo por miedo a que nos pongan gafas o nos indiquen que tenemos que cambiar las lentes, ya que no tratar una afección a tiempo puede conllevar un agravamiento del problema en un corto periodo de tiempo. Tras explicar al oftalmólogo nuestra situación, este suele realizar las siguientes pruebas:
- Refractometría computerizada: se busca medir la agudeza visual.
- Medición de la agudeza visual de lejos y de cerca: el test de Snellen se realiza con gafas (si la persona las usa), sin ellas, y con las lentes que serían adecuadas para esa persona.
- Dilatación de la pupila: con esta acción se frena la capacidad de enfoque del ojo para poder detectar con más precisión un posible problema visual.
- Medición de presión intraocular: también llamada tonometría. Se hace a todas las personas mayores de 40 años porque con ella se puede detectar el glaucoma o la ceguera silenciosa, entre otros problemas.
- Topografía corneal: con ella se mide el espesor de la córnea, pero se realiza solo a quienes ya presentan miopía, hipermetropía o astigmatismo, y permite comprobar si hay irregularidades en la superficie de la córnea, su forma y curvatura
- Oftalmoscopía: se debe realizar a todo el mundo porque ayuda a prevenir problemas que no presentan síntomas. Con ella se analiza el fondo del ojo, y se pueden ver anomalías en la retina y el nervio óptico.
Junto a estas pruebas se pueden realizar otras dependiendo de las necesidades de cada persona, pero estas son básicas para evitar problemas irreversibles.
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Examen del oído y de la capacidad auditiva
La pérdida de audición también es consecuencia del paso de los años, así que es importante someterse a revisiones del oído anuales a partir de los 50 años, aunque aparentemente no se perciba un problema, ya que en muchas ocasiones el paciente no es consciente de que cada vez oye peor.
La prueba que se realiza de forma rutinaria es una audiometría, y con ella se evalúa el sistema auditivo del individuo y su capacidad auditiva. A través de la audiometría:
- Se puede ver cómo reacciona la persona ante impactos sonoros de su día a día.
- Se revisa el estado del conducto auditivo y del tímpano.
- Se comprueba cómo es la transmisión del sonido.
- Se valora el funcionamiento del sistema nervioso, observando la conducción ósea para comprobar si el individuo tiene capacidad para entender los sonidos.
En mayores de 65 años es recomendable realizarlas cada 3 o 5 años.
Por otro lado, si ya tienes algún tipo de audífono, recuerda hacerle el mantenimiento adecuado o acudir a tu centro especializado si necesitas cambiarlo.
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Comprobar el estado de tus huesos
Especialmente las mujeres tras la menopausia pueden presentar una pérdida de densidad ósea, y por tanto tener más probabilidades de sufrir osteoporosis. Para determinar el estado de sus huesos, sobre todo quienes tienen antecedentes de osteoporosis, fractura de huesos pasados los 50 años, los fumadores, y quienes presentan bajo peso corporal, se pueden someter a una densitometría ósea.
Con esta prueba generalmente se suele observar la parte inferior de la columna y las caderas para determinar si ha habido pérdida de hueso. Además de diagnosticar una osteoporosis, también se puede determinar el riesgo de sufrir una fractura de hueso, por lo que ayuda a establecer medidas y tratamientos de prevención para que esto no ocurra.
Se trata de una prueba diagnóstica rápida y sencilla de realizar, que es no dolorosa y no requiere ingreso hospitalario.
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Mamografía y citología en la mujer
La mamografía no se suele realizar antes de los 40 años, a no ser que la mujer tenga antecedentes de cáncer de mama o algún bulto sospechoso en el pecho, mientras que la citología o test de Papanicolaou se comienza a realizar cuando se inician las relaciones sexuales o se han cumplido los 18 años.
Las recomendaciones médicas indican que las mujeres deben realizarse una mamografía en periodos de uno o dos años hasta los 75 años; y es que a partir de los 60 años las posibilidades de padecer un cáncer de mama aumentan. Gracias a la mamografía se pueden observar células tumorales en las primeras fases, y por tanto es más fácil determinar un tratamiento de prevención y cura. Según pasan los años la mamografía es aún más eficaz, ya que la mama tiene más grasa y la prueba detecta mejor el tumor.
En el caso de la citología cervical, la recomendación no indica realizarse la prueba con tanta frecuencia (lo ideal es cada tres años), pero sí se deben mantener estos exámenes al menos hasta cumplir los 65 años para prevenir el cáncer de cuello de útero; si en las dos citologías previas a los 65 años los resultados son favorables, no se recomienda repetirla pasada esta edad.
En el caso de que no se hayan realizado citologías en los cinco años previos, habrá que hacerse dos citologías (una cada año), y si son normales no hacer más. El problema reside en que muchas mujeres una vez que pasan la menopausia y no notan ningún problema suelen dejar de acudir a la consulta del ginecólogo, lo que aumenta el riesgo de que padezcan problemas de salud en el aparato reproductor.
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Examen de próstata para los hombres
En el caso de los hombre mayores deben prestar especial atención al estado de su próstata. Es por ello que, además de analizar su PSA en analíticas de sangre, también se deben someter a otras pruebas como:
- Tacto rectal: a través del ano el profesional sanitario puede palpar la próstata y valorar si hay alguna anomalía como puede ser un bulto.
- Ecografía y resonancia magnética: estas pruebas se suelen realizar si la PSA presenta valores elevados o se ha detectado una anomalía en el tacto rectal.
- Biopsia: se realiza en los casos en los que se intuye que puede haber un cáncer de próstata.
A partir de los 50 años es importante que los varones tomen importancia de cuándo y por qué motivos deben acudir al urólogo (alteraciones en la micción, disfunción eréctil, la curvatura del pene…) y los síntomas de alerta (sangrado, escozor genital, aparición de verrugas, aparición de un bulto…) que indican que debes pedir cita con el especialista y acudir sin esperar a las revisiones rutinarias.
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Observa tu piel de cerca
Aunque también hay que revisar la piel de los más pequeños, prestando especial atención a sus lunares y verrugas, el cáncer de piel es el más común entre los adultos jóvenes; mientras que según los datos de la American Cancer Society, la edad media de diagnóstico del melanoma –el tipo de cáncer de piel más agresivo– es 63 años, y es por ello que es especialmente importante observar el estado y la forma de nuestros lunares y verrugas antes de llegar a la tercera edad, y ser aún más estrictos a partir de los 60.
Se recomienda visitar al dermatólogo al menos una vez al año, y acudir urgentemente a este especialista en cuanto se aprecie una modificación en la piel o una lesión sospechosa. El diagnóstico rápido y el tratamiento inmediato pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte en el caso de un melanoma, debido a que es un cáncer que rápidamente produce metástasis.
En casa, como medida de prevención, debemos seguir la regla ABCDE a la hora de autovigilar los lunares y detectar un posible melanoma:
- A de asimetría: debemos fijarnos si el lunar tiene una mitad diferente de la otra.
- B de borde: comprobar si es irregular.
- C de color: fijarse en si el color no es uniforme, es decir, si presenta zonas más oscuras y otras más claras.
- D de diámetro: debemos prestar especial atención si el lunar adquiere un tamaño mayor de 6 mm.
- E de evolución: el lunar o la mancha cambia de aspecto, color y medida.
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Peso y altura bajo control
Evitar la obesidad durante toda la vida es fundamental para prevenir ciertas enfermedades asociadas al sobrepeso, y también para sortear una peor calidad de vida, ya que tener kilos de más conlleva mayor cansancio y fatiga al caminar, problemas para asearse y vestirse, y la pérdida de otras capacidades físicas, especialmente durante la tercera edad.
Por ello es importante que el médico de Atención Primaria, al menos una vez al año, pese y mida a los adultos mayores para comprobar su índice de masa corporal (IMC), una medida estándar a la hora de valorar si una persona presenta sobrepeso (aunque también hay que tener en cuenta otros valores para conocer el estado de la persona).
Se determina que un individuo tiene obesidad cuando su IMC (el resultado de dividir el peso, en kilogramos, entre la talla al cuadrado, en metros) es superior a 30 kg/m2. En ancianos frágiles es preferible mantener un IMC entre 24 y 29 kg/m2, porque cifras inferiores se asocian a mayor riesgo de muerte. También es importante seguir con la medición de la altura porque en personas mayores puede comenzar a reducirse por problemas en sus huesos y masa ósea.
Creado: 15 de marzo de 2019