Residencias para la tercera edad, ¿cómo elegir la mejor opción?

Las residencias para la tercera edad pueden ser una buena opción para los mayores con problemas de salud que necesitan una atención especial.
Actualizado: 19 de marzo de 2025
Tradicionalmente, para muchas culturas dejar a los abuelos en residencias para la tercera edad era algo impensable. Las familias cuidaban de los suyos y dejar esta tarea a profesionales estaba mal visto por la sociedad, pero esta mentalidad está cambiando, ya que la imagen de un lúgubre centro donde los adultos mayores deambulaban en sus últimos días se está borrando de nuestras cabezas. En la actualidad, ingresar a nuestros mayores en una de estas residencias ya no significa que les estemos fallando, sino que, si la elegimos con el esmero que se merece, tratamos de darles la mejor atención posible.
La incorporación de la mujer al mundo laboral –que era la que solía estar al cargo de niños y mayores–, y el ritmo de vida cada vez más frenético han hecho que el número de residencias para la tercera edad vaya en aumento. Pero gracias a los controles de las administraciones públicas y a la profesionalización de la gerontología, también ha aumentado su calidad.
Los avances tecnológicos, las mejoras en los tratamientos sanitarios, o una mayor conciencia sobre la necesidad de llevar hábitos saludables de vida están haciendo que, año tras año, la esperanza de vida y, por lo tanto, el número de personas mayores de 65 años, esté aumentando en la gran mayoría de los países del mundo. Por poner tan sólo un ejemplo en España hay casi 10 millones personas mayores personas en este rango de edad, según datos a 1 de enero de 2024 del Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que representa un 20,4% del total de la población, y se calcula que para 2055 este porcentaje llegará al 30,5%. A eso hay que añadirle que la tasa de dependencia de esta franja de edad alcanza ya en nuestro país el 31,3%. En Europa, la población mayor de 80 años se ha duplicado entre 2001 y 2020, alcanzado una media del 6% del total de la población europea.
Por este motivo es muy importante asegurarse de que los últimos años de vida tras la jubilación –que pueden ser muchos gracias a la alta esperanza de vida en muchos países– podamos estar bien atendidos cuando las fuerzas empiecen a flaquear o surjan problemas de salud. La elección de la residencia adecuada será pues clave para ello.
Cuándo ha llegado el momento de ingresar a una residencia de ancianos
Tomar la decisión de ingresar a un ser querido en una residencia de ancianos es un proceso emocionalmente complejo. Muchas familias posponen esta elección hasta que la situación se vuelve insostenible, mientras que otras se anticipan para garantizar un entorno seguro y adecuado. Pero, ¿cuándo es realmente el momento adecuado?
La clave está en reconocer las señales que indican que una persona mayor necesita atención especializada y valorar cómo el grado de dependencia, las enfermedades crónicas y el deterioro cognitivo afectan esta decisión.
Señales que indican que una persona mayor necesita atención especializada
Dentro de la dificultad de la toma de esta decisión, bien por uno mismo o por nuestros familiares cercanos, algunas señales pueden ayudarnos a identificar que quizá es buena idea plantearse el entrar en una residencia de mayores:
- Dificultades en las actividades básicas del día a día: si la persona mayor tiene problemas para asearse, vestirse, preparar su comida o manejar su medicación, es una clara señal de que necesita apoyo diario. La pérdida de autonomía en estas actividades aumenta el riesgo de accidentes y deterioro rápido de la salud.
- Problemas de movilidad y riesgo de caídas: las caídas son una de las principales causas de hospitalización en ancianos. Si una persona mayor ha sufrido caídas frecuentes o tiene dificultades para desplazarse sin ayuda, estar en una residencia con personal capacitado puede prevenir lesiones graves.
- Aislamiento social y cambios en el estado de ánimo: la soledad y la depresión son frecuentes en los mayores que viven solos. Si hay signos de apatía, tristeza constante o falta de interés en las actividades que antes disfrutaban, una residencia puede ofrecer un entorno socialmente estimulante.
- Dificultades para gestionar la alimentación: problemas como la pérdida de peso sin causa aparente, la deshidratación o la incapacidad de cocinar adecuadamente pueden indicar que la persona mayor no está recibiendo la nutrición adecuada.
- Descuido en la higiene personal y el hogar: si la vivienda está en mal estado, hay acumulación de basura o ropa sin lavar, puede ser una señal de que la persona mayor ya no es capaz de mantener su entorno limpio y seguro.
- Desorientación y pérdidas de memoria: olvidar citas médicas, perder objetos constantemente o confundirse con las fechas pueden ser signos tempranos de deterioro cognitivo. Si hay episodios de desorientación en la calle o dificultades para recordar nombres y rostros familiares, es una situación de riesgo que requiere atención profesional.
¿Cómo afecta el grado de dependencia en la decisión?
El grado de dependencia es un factor clave al evaluar si es momento de considerar una residencia. Se suele clasificar en tres niveles:
- Dependencia leve: La persona mayor es autónoma en la mayoría de las tareas, pero necesita ayuda puntual (por ejemplo, para salir a la calle o realizar gestiones administrativas). En estos casos, podría bastar con asistencia domiciliaria o centros de día.
- Dependencia moderada: La persona requiere ayuda diaria para actividades esenciales, como la higiene personal o la administración de medicamentos. Si los cuidadores familiares no pueden atender estas necesidades, una residencia con asistencia médica puede ser la mejor opción.
- Dependencia severa: Cuando la persona no puede valerse por sí misma y necesita atención constante, la residencia se convierte en una necesidad urgente para garantizar su seguridad y bienestar.
El papel de las enfermedades crónicas y el deterioro cognitivo
- Las enfermedades crónicas y el deterioro cognitivo también son factores determinantes en esta decisión.
- Enfermedades crónicas: Condiciones como la insuficiencia cardíaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la diabetes pueden requerir un control médico y una administración de tratamientos que los familiares no siempre pueden proporcionar en casa. Las residencias especializadas ofrecen atención médica continua para estas patologías.
- Deterioro cognitivo y demencia: En enfermedades como el Alzheimer o la demencia senil, la pérdida de memoria y la desorientación pueden derivar en situaciones de peligro, como olvidos de cocinar y dejar el fuego encendido o salir de casa y no recordar el camino de vuelta. En estos casos, una residencia con personal especializado en neurodegeneración es la opción más segura.
COVID-19 y problemas de salud en las residencias de ancianos
La pandemia por coronavirus provocó un gran número de muertes entre los ancianos institucionalizados. Por ello, el Ministerio de Sanidad elaboró un documento técnico denominado Recomendaciones a residencias de mayores y centros sociosanitarios para el COVID-19 con medidas destinadas a prevenir la propagación de la enfermedad en estos centros. Además, la campaña de vacunación en las residencias de mayores ha reducido drásticamente las infecciones y los casos graves de COVID, todas las personas que vayan a ingresar por primera vez en una residencia deben presentar una PCR negativa, y se siguen manteniendo las medidas de seguridad, como el uso de mascarilla y el distanciamiento social, para proteger a los mayores.
Tipos de residencias de ancianos: servicios y diferencias
Cuando llega el momento de buscar una residencia para una persona mayor, es fundamental conocer las opciones disponibles y las diferencias entre ellas. No todas las residencias ofrecen el mismo nivel de atención ni los mismos servicios, y elegir la más adecuada para nosotros o nuestro familiar depende de factores como la situación económica, el estado de salud del residente y las necesidades de cuidado a corto o largo plazo.
A grandes rasgos, existen tres tipos principales de residencias de ancianos: públicas, privadas y concertadas. Cada una tiene características específicas en cuanto a acceso, servicios e infraestructuras. Mientras que las residencias públicas son una opción más accesible pero con listas de espera, las privadas ofrecen mayor personalización a un coste más alto. Las concertadas, por su parte, pueden ser una alternativa equilibrada.
Hacemos un repaso de sus principales características, servicios, instalaciones y recursos para facilitarte la elección entre unas u otras:
- Residencias públicas: son gestionadas por las comunidades autónomas o ayuntamientos y están destinadas a personas mayores en situación de dependencia o con recursos económicos limitados. Requieren un proceso de solicitud y la concesión de plaza depende de una valoración social y médica. Suelen ofrecer servicios básicos de alojamiento, manutención, atención médica y actividades de ocio. Suelen contar con instalaciones funcionales, pero menos lujosas. Ofrecen habitaciones compartidas o individuales, zonas comunes para actividades y personal de asistencia sanitaria. El lado negativo es que la disponibilidad de plazas es limitada y las listas de espera pueden ser largas.
- Residencias privadas: funcionan como centros de gestión privada, con tarifas que dependen de la ubicación, la calidad de las instalaciones y los servicios ofrecidos. Ofrecen una mayor variedad de comodidades, desde habitaciones individuales hasta suites con baño propio, menús personalizados, fisioterapia, actividades recreativas y atención médica especializada. Disponen de espacios más amplios, mejor equipados y con mayor variedad de servicios, como gimnasios adaptados, jardines o terapia ocupacional. Por lo general no requieren valoración previa ni listas de espera, pero el coste puede ser elevado y no todas las familias pueden permitírselo.
- Residencias concertadas: son centros de gestión privada que reciben financiación pública, por lo que combinan características de las residencias públicas y privadas. Algunas plazas están subvencionadas por la administración, lo que permite que los usuarios paguen una parte proporcional según sus ingresos. Ofrecen servicios similares a los de las residencias privadas, aunque en algunos casos con menos exclusividad en instalaciones y atención personalizada, que variará según el nivel de financiación y la gestión del centro.
Estancias temporales o permanentes: ¿qué opciones existen?
Por otro lado, debemos tener en cuenta que la necesidad de ingresar en una residencia no siempre es definitiva. Por ello, existen distintas modalidades de estancia en una residencia según la situación del residente:
- Estancia permanente: para personas mayores que requieren asistencia continua y no pueden vivir solas por motivos de salud o dependencia.
- Estancia temporal: indicada para recuperaciones tras una hospitalización, descanso de los cuidadores familiares o periodos de adaptación antes de una posible estancia definitiva.
- Estancias de respiro familiar: dirigidas a familias que cuidan de un mayor en casa y necesitan apoyo temporal en situaciones puntuales, como vacaciones o periodos de enfermedad del cuidador.

La persona mayor puede optar por una residencia o por un centro de día, dependiendo de sus necesidades.
¿Residencia o Centro de Día?
Hay muchas razones por las que una familia o una persona mayor se puede estar planteando la idea de residir en un centro especialmente dedicado al cuidado de los ancianos. Precisamente dependiendo de las causas que motivan esta decisión, será más indicado un tipo de centro u otro del amplio abanico asistencial que ofrece el mercado, tanto público como privado. Entonces, se preguntarán muchas familias, ¿es mejor optar por una residencia o un centro de día? Ambas opciones buscan mejorar la calidad de vida de las personas mayores, pero tienen enfoques distintos.
En este sentido, Roberto Rodríguez Andrés, director de Comunicación, Marketing y Relaciones Institucionales del Grupo Amma, subraya que las residencias para la tercera edad y los Centros de Día son “dos recursos que comparten muchas cosas, pero que se diferencian fundamentalmente por el tipo de usuarios para los que están indicados y el horario en el que desempeñan su labor”.
En ocasiones la idea de una residencia nace porque el anciano pasa muchas horas solo en casa, debido por ejemplo a una viudez, o a los largos horarios de trabajo de los hijos. Sin embargo, un centro de día puede ser más útil cuando el abuelo tiene “un nivel adecuado de autonomía”, como explica Roberto Rodríguez, y sólo necesita estar acompañado y entretenido durante el día, pero vuelve a casa por la tarde. En cambio, “en la residencia se vive de forma permanente, pasando a convertirse en el hogar de las personas mayores”, manifiesta.
“Las residencias se plantean más para cuando empiezan a aparecer síntomas de dependencia, sobre todo en niveles ya más avanzados”, indica el director de Comunicación del Grupo Amma, que, no obstante, reconoce que actualmente se están abriendo más centros de día especializados en la atención a pacientes con dependencia, por ejemplo los destinados a enfermos de alzhéimer.
En resumen pues, podríamos decir que las residencias de ancianos son centros donde los mayores reciben atención integral las 24 horas del día. Por tanto, son la mejor opción para quienes necesitan cuidados continuos, supervisión médica o tienen un grado de dependencia elevado por enfermedades crónicas o neurodegenerativas que hacen difícil su permanencia en casa, ya que requieren ayuda en actividades básicas como vestirse, asearse o alimentarse. También pueden ser más adecuadas para personas en situación de soledad o aislamiento que se beneficiarían de un entorno social activo y estructurado. E incluso para aquella familias que, por motivos laborales o de disponibilidad, no pueden proporcionar los cuidados necesarios en el hogar.
Por su parte, los centros de día son espacios diseñados para que los mayores pasen el día en un entorno seguro y activo, pero regresen a casa por la tarde. Ofrecen servicios de estimulación cognitiva, rehabilitación y actividades recreativas, permitiendo que la persona mantenga su independencia y rutina habitual con el apoyo de su familia. Así pues, serían una opción idónea para aquellos mayores que pueden valerse por sí mismos, pero necesitan supervisión o asistencia en ciertas actividades. También para personas con deterioro cognitivo leve o moderado que pueden beneficiarse de programas de estimulación. Así como para mayores que viven con sus familias, pero necesitan un entorno seguro y activo durante el día.

Es conveniente visitar varios centros y asegurarse de la profesionalidad de los empleados antes de elegir una residencia.
Consejos para elegir una residencia de la tercera edad
La elección de una residencia de la tercera edad "es algo muy importante y debemos tener todas las garantías”. Así de tajante se muestra Roberto Rodríguez Andrés, director de Comunicación, Marketing y Relaciones Institucionales del Grupo Amma, quien insiste en que el centro “nos tiene que dar confianza y tranquilidad”. Más allá de la ubicación o el precio, hay factores esenciales que pueden marcar la diferencia en la calidad de vida del residente.
Algunos de los puntos que no debemos pasar por alto cuando nos planteemos elegir una residencia para la tercera edad que garanticen una estancia segura, cómoda y digna a nuestro ser querido son los siguientes:
- Se trata de una decisión muy importante, por lo que se debe hacer siempre con tranquilidad y sin ninguna prisa. La familia y la persona mayor deben visitar varias centros, entrevistarse con diferentes trabajadores o gerentes, sopesar los pros y los contras de las diferentes opciones, etcétera. Además, hay que pedir siempre una copia del reglamento interno y del contrato para leerlos tranquilamente en casa.
- El centro escogido debe contar con todos los permisos pertinentes expedidos por las administraciones públicas. Estos estarán expuestos de forma visible en algún lugar del centro pero, si no podemos verlos, se deben solicitar a la persona que esté enseñando las instalaciones tanto el permiso de apertura, como todas las inspecciones posteriores realizadas y selladas por las autoridades.
- Conoce los derechos del residente y la transparencia del centro: un aspecto que no debe pasarse por alto es la transparencia de la residencia y los derechos de los mayores. Asegúrate de que tengan un contrato claro y sin letra pequeña, que especifique qué servicios están incluidos y cuáles tienen un coste adicional, así como la política de visitas: ¿Las familias pueden acudir sin restricciones? Igualmente, averigua si hay mecanismos de reclamación para presentar quejas o sugerencias. Elegir un centro transparente y bien regulado evita sorpresas desagradables y garantiza un trato digno para el residente.
- Infórmate sobre la atención médica y los cuidados que ofrecen: la salud es un aspecto clave en la tercera edad, y muchas veces un motivo clave para tomar esta decisión, por lo que es esencial conocer la disponibilidad de personal sanitario: ¿Hay médicos y enfermeros en el centro? Si ofrecen atención personalizada: ¿Se adapta el cuidado a las necesidades individuales? Si tienen servicios de rehabilitación: ¿Cuenta con fisioterapia y seguimiento de enfermedades crónicas? E incluso cómo hacen la gestión de emergencias: ¿Tienen protocolos de actuación en caso de urgencias? Un centro que prioriza la salud y el bienestar de sus residentes es una garantía de calidad.
- Enlazando con lo anterior, es importante asegurarse de que la residencia sigue los protocolos de seguridad recomendados por las autoridades sanitarias, sobre todo en situaciones como las vividas por la pandemia por coronavirus, como uso obligatorio de mascarillas, distancia de seguridad, desinfección adecuada de las instalaciones, restricción del número de visitas, exigencia de una PCR negativa a las personas que ingresan por primera vez, vacunación a los residentes y a los trabajadores, etcétera.
- El personal que trabaje en el centro debe estar perfectamente cualificado para las tareas que desarrolle. Además del título correspondiente, esas personas deben demostrar un trato cordial, amable y respetuoso con los residentes. Igualmente, es importante que el ratio entre plantilla y residentes no sea muy alto para que los mayores estén bien atendidos.
- Los horarios de visita deben ser amplios y flexibles para que los familiares no tengan problemas para ver a sus mayores y, además, se deben permitir las visitas en la habitación en caso de enfermedad del anciano, o simplemente para comprobar que todo va bien. Además, el acceso al teléfono debe ser libre y se tiene que permitir hacer llamadas privadas.
- Como en el caso de los colegios, lo ideal es que la residencia cuente con zonas ajardinadas y espacios al aire libre propios pero, si no los tiene, es positivo que haya un parque cercano, o que al menos organice visitas y paseos en zonas verdes del entorno.
- Los menús que ofrezca el centro deben ser variados, suficientes y adaptados a las necesidades de los mayores. Por este motivo, deben estar diseñados por nutricionistas expertos en gerontología y, en el caso de la presencia de enfermedades (diabetes, anemia, hipertensión arterial…), individualizados según las necesidades del residente. Un buen servicio de alimentación debe cubrir necesidades nutricionales sin perder de vista el placer de comer bien.
- No hay duda de que la residencia debe estar limpia, desinfectada y bien ventilada, tanto en las áreas comunes como en las habitaciones. Asimismo, la ropa de cama, las toallas y la ropa de los ancianos también han de estar limpias, y estos deben estar siempre bien aseados, peinados y afeitados.
- El centro no puede tener barreras arquitectónicas que dificulten la movilidad de las personas mayores. La accesibilidad y la seguridad son fundamentales y, por lo tanto, debemos fijarnos en que cuente con ascensor (en los centros de más de una planta), pasamanos, suelos antideslizantes, sistemas de aviso de emergencias en las habitaciones y baños a través de timbres, sistemas de emergencia que cumplan todas las normativas e, incluso, protocolos y simulacros de evacuación bien diseñados.
- Los sistemas de calefacción y refrigeración deben funcionar correctamente y contar con las revisiones periódicas en cuanto a, por ejemplo, limpieza de filtros, para evitar problemas serios como puede ser la peligrosa legionelosis. La temperatura de las zonas comunes debe ser confortable y es un punto positivo que las habitaciones puedan regularse de manera independiente para que cada residente pueda elegir la temperatura con la que se sienta más cómodo.

Es conveniente que te informes del programa de actividades socioculturales de la residencia.
Servicios asistenciales de las residencias de la tercera edad
La variedad y calidad de servicios asistenciales es una parte muy importante de las residencias de la tercera edad, ya que marcarán la diferencia entre unas y otras y, además, harán que sean más adecuadas para unos abuelos que para otros. En la actualidad, las residencias de mayores han evolucionado para proporcionar no solo cuidados básicos, sino también programas especializados que mejoran la calidad de vida de sus residentes. Desde atención médica hasta actividades recreativas, estas instituciones buscan garantizar el bienestar físico, emocional y social de las personas mayores.
En este sentido, Roberto Rodríguez Andrés, director de Comunicación, Marketing y Relaciones Institucionales del Grupo Amma, explica que “una residencia ofrece un conjunto de servicios que están englobados en tres áreas principales”. De esta manera, podemos encontrar, según sus propias palabras, “la parte más hotelera, es decir, limpieza, alimentación, lavandería... Por otro lado, la parte asistencial y sanitaria, que engloba servicio médico y de enfermería, atención directa, psicología, terapia ocupacional, trabajo social, fisioterapia y rehabilitación... Y, por último, y no por ello menos importante, todo lo que tiene que ver con la realización de actividades, como excursiones, animación sociocultural…”.
Precisamente en relación con la parte más lúdica que deben ofrecer las residencias para la tercera edad, es conveniente informarse sobre el programa de actividades socioculturales con el que cuenta el centro, para que nuestros mayores siempre estén entretenidos. Así, el centro debe facilitar además los momentos de ocio individual habilitando zonas adecuadas para actividades en grupo que contribuye a fomentar la sociabilidad y las relaciones interpersonales, tan importantes en cualquier etapa de nuestras vidas.
Asimismo, las residencias para la tercera edad deben potenciar la vida activa de los mayores, tanto física como mental. Así lo reconoce Roberto Rodríguez, quien subraya que éste es uno de los objetivos de este tipo de centros. “Se trata de poner en marcha programas que ayuden a las personas mayores a mantener y, si se puede, mejorar, su estado cognitivo y también su estado físico”, explica el responsable de Comunicación del Grupo Amma, quien añade que “para ello se llevan a cabo talleres de estimulación cognitiva y programas de fisioterapia adaptados a la realidad de cada residente y, en todo momento, se fomenta que puedan conservar el mayor tiempo posible su autonomía”.
En los últimos tiempos se ha demostrado que el bienestar emocional es tan importante como la salud física. Por ello, muchas residencias disponen de psicólogos especializados en tercera edad, que ofrecen desde apoyo en la adaptación a la residencia, a atención psicológica para la depresión, la ansiedad o el duelo. Pero también terapias de estimulación cognitiva para prevenir el deterioro mental. E incluso programas de socialización para evitar el aislamiento.
Los detalles también importan, por ello, para mejorar la calidad de vida de los residentes, muchas residencias ofrecen servicios extra, que van desde peluquería y podología, a servicio de lavandería y limpieza, capilla o espacios de espiritualidad, y cómo no, zonas de descanso y jardines adaptados. Todo ello deberá ser tenido en cuenta a la hora de elegir este nuevo hogar para esa persona que nos lo ha dado todo.
Creado: 15 de abril de 2015