Permanecer mucho tiempo encamado o sentado sin moverse, algo habitual en personas mayores, enfermas o discapacitadas, puede provocar escaras o úlceras por presión. Conoce los cuidados para evitar estas lesiones en la piel.
Qué son las escaras o úlceras por presión, y por qué aparecen
Las escaras son lesiones que se producen en la piel, especialmente en las personas que, por sus características físicas o mentales, pasan prolongados periodos de tiempo sentadas, o tumbadas en una cama. También se conocen como úlcera por presión o úlcera de cúbito porque aparecen en la parte del cuerpo que permanece en constante contacto con la superficie donde descansa la persona, es decir, donde experimenta una presión constante, la cual no tiene por qué ser intensa, y es independiente de la posición que adopte el afectado.
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La zona de piel lesionada puede deteriorarse progresivamente, así como los tejidos que se encuentran bajo ella, como la grasa, el músculo, e incluso el hueso, y por ello las úlceras por presión constituyen un importante problema a nivel asistencial, dada su alta prevalencia, y los efectos que provocan en la salud y la calidad de vida de los afectados y de los encargados de sus cuidados.
Por qué aparecen las escaras y dónde
El hecho de permanecer largos periodos de tiempo, o incluso todo el día, sentado o encamado sin moverse, provoca una mala circulación de la sangre, especialmente en la zona del cuerpo donde el propio peso de la persona ejerce una presión. Al no llegar bien la sangre se origina una falta de oxígeno en esa zona, dando lugar a la fase previa de la úlcera: el enrojecimiento del tejido.
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En el caso de que no se trate adecuadamente, y en poco tiempo, aparecerá la escara y, por tanto, la lesión en la piel. Esta situación puede deberse a diferentes mecanismos que alteran el estado de la piel:
Presión: es una fuerza que actúa sobre la dermis debido a la gravedad, y que surge al permanecer la persona en contacto con una superficie, como un sillón, una cama, una silla de ruedas, etcétera.
Fricción: cuando hay un roce continuo con una superficie determinada.
Fuerza externa de pinzamiento vascular: combina los efectos de la presión y la fricción.
Maceración: surge cuando hay un exceso de humedad que origina un deterioro de la piel. Es común en personas con incontinencia urinaria o fecal, que no siguen una higiene adecuada, o no se secan bien cuando se lavan.
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Zonas más propensas a la aparición de escaras
Lo cierto es que las escaras pueden aparecen en cualquier zona del cuerpo, dependiendo del estado de la piel, de la postura que adopte habitualmente la persona, o del problema de salud que padezca:
En el caso de las personas que permanecen más tiempo boca arriba, las úlceras de presión son más frecuentes en los talones, los glúteos, en la zona posterior de la cabeza, los codos y la columna vertebral.
En cambio, en quienes permanecen boca abajo las lesiones en la piel suelen aparecer en los dedos de los pies, las rodillas, en los genitales en el caso de los hombres y el pecho en las mujeres, los hombros, las mejillas y las orejas.
Si la postura adoptada es la lateral, las zonas más afectadas son los tobillos, los laterales de las rodillas, las caderas, los hombros, las costillas, las mejillas y las orejas.
Sin embargo, las úlceras también pueden aparecer en los pliegues que se forman en el abdomen en los individuos obesos, en la parte posterior de las piernas cuando el afectado tiene problemas de circulación y permanece sentado, o en el cuello cuando se está recibiendo radioterapia en esta zona y la ropa produce un roce.
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Factores que favorecen la aparición de escaras
Son muchas las causas que pueden originar que aparezcan escaras, desde factores físicos como padecer una discapacidad física, hasta factores psicológicos, como una depresión. Entre todos los factores de riesgo para sufrir úlceras por presión podemos destacar los siguientes, conocerlos te ayudará a poder evitarlas:
Permanecer inmóvil: estar muchas horas sentado o tumbado sin cambiar de posición, ni realizar movimientos, es la principal causa de la aparición de escaras.
Sufrir enfermedades mentales: las alteraciones de conciencia, como las que provocan el alzhéimer u otros tipos de demencia, incluso casos graves de depresión, pueden hacer que la persona permanezca inmóvil, sin realizar una actividad física, durante mucho tiempo.
La edad: las personas más mayores y con problemas de movilidad suelen ser más sedentarias y pasar muchas horas sentadas sin cambiar de posición.
Hipertermia o hipotermia: sufrir uno de estos trastorno de regularización de la temperatura corporal, que provoca que estés por encima o por debajo de lo considerado como normal, puede originar la aparición de escaras.
Incontinencia urinaria: así como la falta de control de esfínteres, que puede provocar que la zona permanezca constantemente húmeda.
Una mala alimentación: junto con un estado de deshidratación hace que la piel esté más sensible y más propensa a lesionarse. Además, si esta mala nutrición provoca estados de obesidad o adelgazamiento extremo, también aumentan las posibilidades de que aparezcan úlceras en la piel.
Problemas de circulación: favorece la acumulación de sangre, especialmente en las extremidades inferiores, donde aumentan las posibilidades de que aparezcan escaras.
Higiene inadecuada: especialmente en las zonas del cuerpo donde se forman pliegues (abdomen, bajo el pecho, axilas, etcétera) favorece la aparición de lesiones. En estas zonas, además de una higiene adecuada, es fundamental eliminar el exceso de humedad para evitar la aparición de escaras.
Radiación: la piel de las personas sometidas a un tratamiento de radiación está más sensible y es más propensa a que surjan escaras.
Déficit inmunológico: enfermedades que provocan una bajada de defensas, o estar recibiendo ciertos tratamientos, como pueden ser los oncológicos, también es un factor de riesgo frente a las escaras.
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Teniendo en cuenta estos factores de riesgo para la aparición de escaras, el perfil de la persona que las sufre es el de alguien dependiente (temporal o permanente), con alguna enfermedad, que no se vale por sí misma para mantener los cuidados básicos de higiene o alimentación, y que no puede mantener una actividad física mínima.