Niebla cerebral: causas y soluciones a la mente en blanco

La niebla cerebral, también conocida como fibroniebla o niebla mental, es una alteración en el cerebro que pueden presentar los adultos mayores, pero también personas más jóvenes, como aquellas que sufren fibromialgia o que han pasado el COVID-19. Puede deberse a diferentes causas, aunque el motivo concreto por el que se desencadenan estos episodios aún no está del todo claro.

Investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison1 descubrieron que el origen del problema puede estar en diferentes grupos de neuronas corticales. Cuando surge la niebla cerebral el cerebro no dispone de la energía suficiente para seguir pensando, pierde recursos cognitivos, y es como si se apagase. La persona que la padece se queda en blanco, no puede continuar con la conversación que estaba manteniendo, o no es capaz de saber qué es lo que iba a hacer en ese momento.

Señales que alertan de que el mayor padece niebla cerebral

Una persona que presenta fibroniebla puede sentir varios de estos síntomas combinados:

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  Pérdida de memoria

  Entre quienes la padecen es muy común que olviden información sencilla, como el nombre de un familiar o la conversación que acaban de mantener con un amigo, ya que les resulta especialmente complicado retener información verbal. Los olvidos surgen a corto plazo normalmente.

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  Falta de comprensión

  La niebla cerebral también provoca que el cerebro no sea capaz de asimilar lo que se está leyendo o la explicación de otra persona, por muy sencilla que sea.

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  Poca claridad y rapidez de pensamiento

  Resulta complicado centrarse en un tema, trabajar en él, o sacar conclusiones del mismo aunque se esté familiarizado con él. Además, los pensamientos se desarrollan de forma muy lenta.

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  Perder la orientación

  La dificultad para pensar provoca que la persona con niebla mental se desoriente incluso en lugares que conoce. Puede necesitar varios minutos para saber el camino que debe seguir.

Causas de la aparición de niebla cerebral

Aunque la niebla cerebral o fibroniebla no es un problema que afecte únicamente a las personas de edad avanzada, existen una serie de razones asociadas a su aparición que son comunes entre los adultos mayores. Por lo general, la niebla mental o confusión mental, puede aparecer tras pasar una enfermedad (COVID-19, Esclerosis múltiple, lupus…), como efecto secundario de la toma de un fármaco (como la quimioterapia –lo que se conoce como quimiocerebro–2) o como un síntoma de una afección subyacente.

Lógicamente, y cuando hablamos de edades avanzadas, hay que tener también en cuenta como factor en su aparición el hecho de que, con la edad, algunas funciones cognitivas pueden volverse más lentas. Esto se debe a cambios normales en la estructura y química del cerebro, como la disminución de neurotransmisores clave (dopamina, acetilcolina) y la reducción en la plasticidad neuronal.

Las causas más habituales de la niebla mental en la tercera edad son:

• Déficit de nutrientes: una mala o escasa alimentación conlleva la falta de vitaminas y minerales que el cerebro necesita para funcionar correctamente. Una dieta pobre en nutrientes esenciales como el magnesio, vitaminas del grupo B, omega 3 o calcio, entro otros nutrientes, resienten la función cognitiva y perjudican por tanto al cerebro. La deshidratación también es un factor común que puede generar confusión en personas mayores.
• No descansar adecuadamente: con el paso de los años las personas tienden a dormir menos, hacerlo a deshoras, o a modo de cabezadas en el sofá. Dormir mal y pocas horas provoca que el cerebro disponga de menos energía para pensar con claridad. Además, problemas más serios como la apnea del sueño, el insomnio o el sueño fragmentado pueden provocar una sensación de aturdimiento y dificultad para procesar información al día siguiente.
• Desequilibrio bioquímico: este problema surge cuando los neurotransmisores del cerebro no son capaces de regular la producción de las endorfinas, que son las sustancias químicas responsables de los estados de ánimo. Este desequilibrio, además de niebla cerebral, puede provocar ansiedad o depresión.
• Efectos secundarios de fármacos: muchos medicamentos utilizados en la tercera edad (para la hipertensión, el insomnio, la ansiedad o el dolor) pueden causar somnolencia, fatiga mental y problemas de memoria. Destacan los antihistamínicos, benzodiacepinas y ciertos antidepresivos.
• La menopausia: no se suele nombrar, pero la niebla mental puede ser un indicador de que se está llegando a la menopausia, ya que los cambios hormonales que experimenta la mujer en esta época pueden derivar en este trastorno. En concreto, es la bajada de la producción de estrógenos la que hace mella en la capacidad de concentración y memoria.
• El estrés y la ansiedad: el estado emocional tiene un impacto directo en la claridad mental. Se cae en el error de pensar que las persona mayores no viven estresadas, pero la soledad, la falta de recursos económicos, los cambios en su entorno, o la dificultad para ser independiente, provocan estrés durante la tercera edad. Como consecuencia de esto se produce más cortisol, una hormona que revoluciona a las células cerebrales, lo que genera un estado perjudicial para el cerebro. La ansiedad y la depresión también pueden afectar la capacidad de atención, concentración y memoria, generando una especie de neblina mental persistente.
• El sedentarismo: existen estudios que indican que la falta de actividad física puede originar una disminución de la actividad cerebral. De nuevo hay que referirse a la cita latina “mens sana in corpore sano”. Y es que, el movimiento favorece la oxigenación cerebral y la estimulación intelectual fortalece las conexiones neuronales.

Causas de la niebla mental en personas más jóvenes

Estas son las causas que pueden provocar que al llegar a la tercera edad surja la niebla cerebral, pero existen otros motivos por los que puede aparecer antes:

• Padecer fibromialgia3 o el síndrome de fatiga crónica4: la primera es una enfermedad y el segundo un síndrome, pero ambos problemas de salud coinciden en que quienes los padecen presentan un déficit de unas proteínas esenciales, llamadas citoquinas, que el cerebro necesita para adquirir nuevos conocimientos
• Demasiados estímulos para el cerebro: vivimos en una sociedad en la que cada vez se nos exige más, puestos de trabajo en los que se realizan muchas funciones, seguir estudiando, mantener una buena apariencia física, cuidar de los hijos o de familiares mayores, cuadrar la economía de la casa para cubrir los gastos y poder ahorrar algo, etcétera. Hay personas que hasta durmiendo siguen pensando en esto, por lo que no permiten que el cerebro descanse, así que ante este grado de saturación él mismo decide apagarse.
• Haber padecido COVID-19 también puede originar niebla mental5, ya que según la Sociedad Española de Neurología (SEN) hasta el 12% de las personas que han superado la enfermedad presentan este tipo de problema cognitivo, entre otras posibles secuelas neurológicas. Investigaciones recientes sobre la confusión mental asociada al COVID-196 sugieren que este síntoma puede estar relacionado con la persistencia del virus en el intestino, incluso después de la desaparición de los signos de infección. Esta presencia viral afecta el equilibrio del microbioma intestinal, lo que podría disminuir la producción de serotonina, un neurotransmisor clave. Como consecuencia, se vería afectada la función cognitiva, dando lugar a episodios de confusión mental. Otros estudios elevan hasta un 81% los pacientes con covid prolongado7 afectados por niebla cerebral. 

Consecuencias de la niebla cerebral 

Las personas con niebla cerebral no sólo lo pasan mal en el momento en el que se quedan en blanco, sino que esta alteración en el cerebro, también conocida como fibroniebla, les puede acarrear otras consecuencias negativas que interfieren en su bienestar y en sus actividades cotidianas. Y es que, sus efectos pueden extenderse a diversas áreas, afectando la independencia, la salud emocional y hasta aumentando el riesgo de deterioro cognitivo:

• Dificultades en la memoria y el aprendizaje: la niebla mental puede afectar la capacidad para recordar nombres, fechas, tareas diarias y hasta conversaciones recientes. Esto genera frustración y puede hacer que la persona pierda confianza en sus habilidades cognitivas. Así ,los olvidos frecuentes pueden afectar la rutina (perder citas médicas o confundir medicación). E incluso se percibe una menor capacidad para aprender información nueva.
• Aparece el miedo: especialmente entre las personas más jóvenes surge el miedo de que estos episodios sean el comienzo de una enfermedad mental, como el alzhéimer. Además, se pueden plantear si afectará a su vida cotidiana, a su trabajo, a sus relaciones personales, etcétera.
• Aislamiento: el no ser capaz de seguir una conversación, o el hecho de perderse en el camino a una cita, puede llevar a la persona que tiene niebla mental a dejar de hacer planes con familiares y amigos y aislarse en casa. Esto, a la larga, también provoca desapego emocional.
• Pérdida de independencia: cuando la niebla mental se vuelve persistente, las actividades diarias pueden volverse más difíciles de gestionar. Desde manejar las finanzas hasta recordar citas médicas o realizar trámites, la persona puede requerir cada vez más ayuda. Esto supone mayor dependencia de familiares o cuidadores, e incluyo tener más dificultades en la toma de decisiones y en la planificación.
• Confusión y estrés: la niebla cerebral no suele ser un motivo de consulta con el médico, especialmente entre los adultos mayores, porque lo relacionan con el envejecimiento. Así, no saber realmente qué nos pasa y por qué, genera confusión, e incluso estados de estrés y ansiedad que agravan el problema.
• Aumento del riesgo de accidentes: un adulto mayor con niebla mental puede tener reflejos más lentos y dificultades para reaccionar en situaciones de riesgo. Esto es especialmente peligroso en actividades como conducir o caminar en lugares con obstáculos. Como consecuencia puede haber un aumento del riesgo de caídas y fracturas. También en situaciones más cotidianas, suponiendo un mayor peligro al cocinar (olvidar apagar el fuego) o al tomar medicamentos de forma incorrecta.

Qué hacer cuando se sufre niebla cerebral

No se debe considerar este trastorno como algo que forma parte del proceso de envejecimiento porque dependiendo de la causa a veces se puede solucionar, o al menos reducir los episodios. Por ello, el primer paso debe ser hablar con el médico, ya que por ejemplo en el caso de las mujeres que están pasando la menopausia, la niebla mental se puede corregir con un tratamiento hormonal. Además, la niebla mental puede ser síntoma de diversas condiciones médicas.

La evaluación del médico o especialista ayudará a detectar y abordar las posibles causas subyacentes. Para ello, lo primero será realizar un chequeo médico, y una revisión neurológica y cognitiva, en la que se evalúa la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento. Y se detectan si hay signos de deterioro cognitivo leve o demencia temprana.

Puede realizarse también un análisis de sangre para descartar posibles déficits que influyan en su aparición, como puedan ser de vitamina B128 y ácido fólico (su déficit afecta la función cognitiva), vitamina D (relacionada con la salud cerebral y la fatiga mental), niveles de glucosa e insulina (importante en diabetes y metabolismo cerebral) o de la función tiroidea (el hipotiroidismo puede causar niebla mental).

Es importante también llevar a cabo una revisión de la medicación, y ajustar fármacos que puedan estar afectando la claridad mental (benzodiacepinas, antihistamínicos, opioides, antidepresivos sedantes). Por último, se pueden descartar posibles trastornos del sueño implicados. Si hay sospecha de apnea del sueño, se realiza una polisomnografía. 

10 Consejos para afrontar una situación de niebla mental

Además, se pueden seguir estos consejos para afrontar mejor una situación de niebla cerebral o limitar sus repercusiones:

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  Ten calma

  Aunque no resulta fácil, se deben tomar los episodios de fibroniebla con tranquilidad, ya que como hemos visto el estrés empeora el problema. Así que ante esta situación es mejor respirar hondo, sentarse, intentar tranquilizarse, y retomar la tarea que se esté realizando cuando uno se encuentre con la capacidad de hacerlo.

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  Hablar de ello

  Hay que comentar con las personas del entorno de lo que nos está pasando. Además de desahogarnos, esto nos va a permitir afrontar la situación con una actitud más activa en busca de soluciones. De esta forma nuestros familiares, amigos y compañeros entenderán qué ocurre cuando nos quedamos en blanco, serán más pacientes, y nos prestarán su ayuda en esos paréntesis.

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  Toma notas

  Puede servir de ayuda tener un bloc de notas donde escribir cada día las tareas que se quieren realizar, los lugares a los que hay que acudir, o con quién hemos quedado. También servirá para apuntar ideas que se nos ocurran y que deseemos recordar, o datos que es conveniente tener siempre presentes como la medicación que se toma, o los números de teléfono de familiares y amigos.

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  Agrupa lo importante

  Lleva siempre un bolso o riñonera con las llaves de casa, el teléfono móvil y el bloc de notas para tenerlos siempre a mano.

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  Realizar ejercicios mentales y de memoria

  Hacer ejercicios mentales como puzzles, sudokus o crucigramas, así como leer y hablar con las personas de nuestro entorno para mantener la mente en funcionamiento.

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  Meditar, reducir el estrés y descansar

  La meditación, o actividades como el yoga o el taichi pueden ayudar a liberar la mente, a reducir el estrés, y a dormir mejor, algo fundamental para que el cerebro funcione correctamente. Recuerda que el cerebro necesita dormir bien para eliminar toxinas y consolidar la memoria. Para lograrlo mantén horarios regulares, evita pantallas azules (móviles, TV) antes de dormir, y asegúrate de no padecer apnea del sueño (ronquidos, despertares nocturnos, somnolencia diurna) o tratarla si es preciso.

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  Realizar ejercicio

  Sin llegar a niveles de demasiada exigencia, mantenerse activo en la tercera edad reduce el estrés, ayuda a conciliar el sueño, a distraer la mente, y a que al cerebro le llegue mejor la sangre. Nadar o realizar ejercicios en el agua puede ser una buena opción, ya que sumergirse en agua templada también ayuda a relajarse.

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  Adoptar una dieta equilibrada

  En la que no falten los minerales ni las vitaminas esenciales, especialmente las del tipo B, C y E. Alimentos clave en estos momentos son aquellos con omega-3 (pescado azul, nueces, semillas de chía), antioxidantes (arándanos, fresas, espinacas), proteínas de calidad (huevo, pollo, legumbres), y sin olvidarnos del agua (mínimo 1,5-2L diarios para evitar deshidratación). Algunos estudios apuntan que este problema puede mejorar al adherirse a una dieta sin gluten9. 

  También pueden sugerirse la toma de suplementos que ayuden a las funciones neurológicas10 como aceite de pescado ricos en omega 3, extracto de binkgo biloba, L-teanina, fosfatidilserina, extracto de ginseng, inositol o lecitina de soja. Ten también en cuenta que el abuso de estimulantes como el café puede generar ansiedad y afectar la calidad del sueño, lo que termina provocando niebla mental. Por otro lado, el consumo frecuente de alcohol interfiere en la función cognitiva. reduce pues su consumo.

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  Seguir el tratamiento indicado por el médico

  Especialmente quienes padecen una enfermedad que está ocasionando los episodios de niebla mental, como ocurre en el caso de los afectados por fibromialgia.

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  Mimar tu cuerpo

  De vez en cuando date algún capricho recibiendo algún masaje placentero o disfrutando de una relajante sesión de hidroterapia.