Claves para evitar un segundo infarto
Actualizado: 4 de mayo de 2023
Según la Fundación Española del Corazón, el infarto de miocardio es la principal causa de muerte en los países desarrollados, tanto en hombres como en mujeres, aunque gracias a que cada vez son más las personas capaces de reconocer sus síntomas –y que por lo tanto los afectados son atendidos rápidamente–, y a las avanzadas técnicas empleadas para hacer frente a un infarto, como la angioplastia, la tasa de supervivencia se encuentra en torno al 60%.
Sin embargo, como indica un artículo publicado en la European Journal of Preventive Cardiology de la Sociedad Europea de Cardiología, una de cada cinco personas que han sufrido un infarto, tendrá otro en un periodo de un año, aunque siga un tratamiento, ya que la mayoría de estos pacientes no adoptan medidas adecuadas para proteger la salud de su corazón.
De hecho, según el estudio EUROASPIRE, desarrollado en 22 países de Europa, el 16% de las personas que han sufrido un infarto sigue fumando, mientras que un 38% presenta obesidad, y el 60% son sedentarias o realizan muy poca actividad física. A lo que hay que añadir que la tasa de abandono del tratamiento también es muy alta. Estos datos refuerzan la necesidad de seguir una serie de pautas de prevención para evitar un segundo infarto de miocardio:
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Dejar de fumar reduce significativamente el riesgo cardiovascular
Es una de las principales medidas de prevención tanto para evitar un ataque al corazón, como para evitar que se repita. De hecho, un estudio realizado en el Hospital San Filippo Neri de Roma y publicado en la American Journal of Cardiology, indica que seguir fumando tras sufrir un infarto aumenta cinco veces las posibilidades de morir, mientras que las personas que no abandonan este hábito tienen tres veces más posibilidades de morir al año de haber tenido el ataque cardíaco en comparación con quien es capaz de apagar el último cigarrillo.
Por tanto, el primer paso que debe dar quien no quiera seguir haciendo sufrir a su corazón es dejar de fumar, lo que te resultará más fácil si:
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Controlar el colesterol previene la obstrucción de las arterias
La hipercolesterolemia es un problema de salud muy extendido entre la población, pero al que no se le suele dar la importancia que tiene, especialmente de cara a cuidar nuestro corazón. De hecho, cuando se tiene el colesterol LDL alto las probabilidades de tener un segundo infarto aumentan en un 50%, ya que una de sus consecuencias es la obstrucción de las arterias, una de las principales causas de que se origine un ataque al corazón. En las personas con un alto riesgo de infarto los valores del colesterol LDL deben estar por debajo de 70 mg/dl. Para llegar a este objetivo es importante:
Otra recomendación para reducir el colesterol es desayunar todos los días y no acostarse recién cenado. Y es que según un estudio realizado en la Universidad Estatal de Sao Paulo (Brasil), las personas que ya han tenido un infarto, y que además no desayunan y cenan muy tarde, presentan entre cuatro y cinco veces más posibilidades de tener un segundo accidente cardíaco.
Eso sí, no se debe desayunar cualquier cosa, y los expertos indican que la primera comida del día debe incluir un producto lácteo bajo en grasa, un carbohidrato en forma de pan integral o cereales sin azúcar, y una pieza de fruta. En lo que se refiere a la cena, se recomienda esperar dos horas desde la ingesta de comida antes de irse a la cama.
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Practicar ejercicio mejora el estado físico y anímico
Se puede caer en el error de pensar que no hay que realizar ejercicio físico tras un ataque al corazón por el esfuerzo que conlleva, sin embargo, es una de las medidas de prevención más destacadas para reducir el riesgo de un segundo ataque cardíaco. La clave está en realizarlo con la prevención adecuada y siempre adaptado a nuestro estado de salud actual.
Para poder ponernos de nuevo las zapatillas de deporte, primero hay que pasar por la consulta del médico, donde se somete al paciente a una ergometría o prueba de esfuerzo. Con los resultados en la mano ya se puede proceder a elaborar un programa de rehabilitación indicando las pautas a seguir durante la práctica deportiva. Y para ello también se tendrán en cuenta otros factores, como si la persona realizaba ejercicio antes del infarto, o si padece otro problema de salud.
Por lo general se suele recomendar comenzar con media hora de ejercicio aeróbico a una intensidad moderada, como andar, montar en bicicleta o nadar, que implican el movimiento de una gran parte de masa muscular, y es fácil controlar el ritmo al que se realizan. Lo que resulta crucial a la hora de elegir el deporte que se va a practicar es la preferencia de la persona, ya que es importante que adquiera el hábito y la motivación, y si el ejercicio no es de su agrado resultará más complicado.
La actividad física regular proporciona los siguientes beneficios al paciente que ha sufrido un infarto, que son claves para evitar que el episodio se repita:
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Tratar la depresión protege la salud del corazón
Para evitar un ataque al corazón también es importante tener en cuenta factores psicológicos. Y es que según se recoge en los estudios realizados por los expertos Van-Melle et cols. (2004), quienes han sobrevivido a un infarto pero padecen depresión, tienen el doble de posibilidades de que el accidente cardíaco se repita.
Trastornos emocionales como la ansiedad, sentirse solo, el estrés o el miedo, son síntomas depresivos asociados con las enfermedades cardiovasculares, y que por tanto reducen las posibilidades de tener una buena recuperación tras un infarto. Y aunque pueda parecer algo infrecuente porque sobrevivir a un infarto debería ser un motivo de alegría, lo cierto es que el 20% de los pacientes que han tenido un ataque cardíaco muestra síntomas de depresión.
La depresión perjudica al corazón porque un mal estado de ánimo lleva a la persona a descuidar su salud, y a no seguir el tratamiento ni descansar correctamente, por lo que se siente fatigada y se aísla de la sociedad, lo que a su vez le provoca estrés, ira o tristeza. Ante esta situación es importante que tanto el médico como el afectado o sus familiares (en caso de que detecten en problema) tomen medidas para reducir el cuadro depresivo, siendo recomendable ponerse en manos de un experto en psicología.
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Seguir con el tratamiento médico tras el infarto
Uno de los problemas a los que se enfrentan los especialistas en cardiología es la falta de adherencia al tratamiento de algunos pacientes tras el infarto. De hecho, según indica la Fundación Española del Corazón, más de la mitad de ellos deja alguno de los medicamentos que forman parte de su tratamiento al cabo de dos o tres años, porque se empiezan a encontrar bien y dan por hecho que no los necesitan. Esto suele ocurrir sobre todo con los fármacos destinados a controlar el colesterol o la presión arterial, ya que al ver buenos resultados en las analíticas piensan que ya no les hacen falta.
Además, el hecho de que el tratamiento sea preventivo frente a un segundo ataque cardíaco conlleva que la persona realmente no vea un efecto directo en su estado de salud, lo que contribuye a que se olvide de las tomas o no dé importancia al tratamiento y lo abandone, aumentando las probabilidades de sufrir una recaída.
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Otros factores que aumentan el riesgo de un segundo infarto
A todas las causas que se han enumerado y que incrementan las posibilidades de tener un nuevo ataque al corazón, hay que añadir estas condiciones de salud que podría presentar el paciente y que constituyen por sí mismas factores de riesgo cardiovascular:
Sin embargo todas ellas, menos la edad, se pueden evitar y controlar siguiendo las pautas indicadas, es decir, realizando ejercicio físico, llevando una dieta sana y equilibrada, tomando la medicación como ha pautado el médico, y buscando soluciones para revertir un estado de ánimo depresivo.
Creado: 17 de julio de 2019