La intensidad de los síntomas de la osteomalacia es muy variable en función de cada caso. En algunos pacientes las manifestaciones son leves y muy sutiles, por lo que no permiten distinguir la osteomalacia de otras enfermedades óseas como la osteoporosis. En otros ancianos, los síntomas son muy severos y dificultan incluso la realización de una vida normal, pues el dolor y la falta de fuerza les impide moverse y realizar casi cualquier actividad física.
Los síntomas más frecuentes de osteomalacia son los siguientes:
- Dolor esquelético difuso: es el síntoma más típico de la osteomalacia. Las zonas más afectadas son la pelvis, la columna vertebral y la parrilla costal. Es muy frecuente el dolor de cadera, lo que provoca que, en algunas ocasiones, los afectados adopten una forma de caminar denominada ‘marcha de pato’ (andando de esa forma los pacientes disminuyen el dolor que les produce la enfermedad).
- Hiperestesia ósea, también es frecuente que se produzca este síntoma que se define como una sensación exagerada de los estímulos táctiles. Es decir, la sensibilidad de los huesos es mucho mayor y eso produce un mayor dolor cuando se presionan estructuras óseas.
- Debilidad muscular proximal, es decir, de aquellos músculos que se encuentran cercanos al tronco. Afecta más frecuentemente a los miembros inferiores. También es frecuente el dolor muscular.
- Deformidades de los huesos, aunque no suelen ser muy llamativas.
- Fracturas óseas por traumatismos mínimos, lo que indica la existencia de huesos frágiles y poco mineralizados. Puede afectar a huesos como las vértebras o el fémur.
- Tetania: es una manifestación excepcional que se produce cuando el déficit de calcio es muy intenso. Es una enfermedad grave que se caracteriza por la aparición de contracciones intermitentes y dolorosas de los músculos, temblores y espasmos musculares dolorosos.
- Algunos tipos de osteomalacia asocian síntomas más raros como talla baja, osificaciones de los ligamentos o alteraciones de la dentición.
El raquitismo es, como hemos dicho, el mismo proceso que la osteomalacia, pero en niños. Entre los síntomas más frecuentes de este trastorno se encuentran las deformidades óseas (más evidentes que en la osteomalacia), las fracturas óseas patológicas, la debilidad muscular e importantes trastornos en el crecimiento.